Con ganas de hacer algo diferente, Tere y yo, el fin de semana del 22-23 de mayo, con la bolsa de viaje, nos plantamos en Andorra con la intención desestresarnos e ir de compras.
Fue un viaje de esos extraños, los que parece que están malditos desde el principio
Con una previsión en Andorra de unos 26º por el día y unos 6º por la noche, los planes empezaron torcidos. Por causas laborales tuve que salir más tarde de lo programado y eso ya retraso nuestra salida de BCN.
El GPS se empeño en llevarnos por una ruta turística llena de curvas. No es que no supieramos llegar a Andorra; nos hizo gracia usar ese aparatito y ver que pasaba. Al final, reconducimos la situación, subimos con el manual hasta Andorra y una vez allí dejamos que nos llevara a nuestro hotel, cosa que sí hizo a la perfección.
Para entrar a Andorra, caravana a causa del paso fronterizo.
El Hotel Andorra Center lo encontramos a través de un "OFERTON" -no una oferta- via internet, 100 € un día. No fue un ofertón, fue un bofetón.
Llegamos justo a comer, una comida deprimente para un hotel de cuatro -4- estrellas, ensalada, congelados o de pote. La cena mejoró, al menos te hacían la carne al momento, sin llegar a los extremos de un hotel de tres estrellas de línea de mar. El desayuno pasable, pero se me sigue atragantando el cafe con leche de máquina.
La habitación parecía un cuarto oscuro. Era un habitación interior, con dos lamparillas de noche por luz y una ventana con vistas a... a eso que se ve.
Todas las habitaciones tienen el mismo precio, tanto las que tienen ventanas al exterior, como las que te ofrecen como paisaje los primeros planos del aparato de aire acondicionado; cuyo mando tienes que pedir en recepción, pues se ve que los clientes los roban.
Por la noche sofoco y una sequedad mortal. Con la boca superseca y la nariz tapada me levanto, sobre las 03 h, a buscar una botella de agua. No hay máquinas de servicio de agua ni refrescos en todo el hotel. El conserje me dice que tengo suerte, que se han olvidado de cerrar la cocina y que me podrá dar una.
Lo más aprovechable fue el momento que pasamos en el SPA.
Yo subía cansado y quería relax, pues acabé más cansado aún. Eso de patearse Andorra de arriba abajo en busca del mejor precio y la oferta inigualable machaca mucho. Andorra ya no es tan barato o tan asequible como antaño. En BCN puedes comprar casi todo lo que ves allí a igual precio; y luego has de comprar un volumen importante para compensar como mínimo los gastos del viaje, que contando el hotel y la gasolina pues serían unos 150€.
Lo más asequible fueron unos artículos de pesca, que estaban tirados de precio y que se compraron en gran cantidad para disfrute del padre de Tere. Eso junto con algo de perfumeria, algo de ropa de escalada y un par de artículos electrónicos fueron el total de nuestras compras
Mientras paseamos rodeados de tiendas, ofertas y gente, pudimos observar alguna muestras de la arquitectura y escultura locales.
Ya de regreso decidimos hacer algo diferente, como pararnos a comer en el WOK conocido como Àrea de Guissona.
Llegamos pasadas las 16:30 h. pudimos comer pasadas las 18 h.
Tienen una parte tienda, con los productos de la cooperativa, y una parte Autoservicio. El Self Service, está abierto entre semana hasta las 22:30 y el fin de semana hasta las 24 h. No hay una gran variedad pero es funcional. Por 5€ puedes comer todo lo quieras hasta quedar satisfecho o morir en el intento; bebida y postre aparte pero también asequibles. La gente se pone en la barbacoa con 4, o más, dedos de grosor de carne y beicon en el plato, eso hace que a pesar de haber 8 planchas, la dinámica sea muy lenta, al ralentí.
Es un lugar donde pones a prueba tu paciencia y vienes a hacer penitencia y algo más que acabe en "ncia". Tere se trago una hora de cola, mientras yo hacía guardia en el coche -a elección suya- hasta que pudo hacer la carne.
Habida cuenta de que tras la experiencia y habiendo comprobado de que la mejor hora para ir a comer es a partir de las 18 h no creo que volvamos.
Si que puede ser un lugar interesante, dado que esta abierto hasta las tantas de la noche, para escaladores que hayan escogido ir ese día al Contrafort del Rumbau o Tres Ponts o sitios cercanos y que quieran comer/cenar barato al final de la jornada, ya de regreso a casa.