El 16/08/09, domingo, nos fuímos de paseo por las Festes de Gràcia, este año van del 15 al 21 de agosto. Cada año nos acercamos al menos un día, más que para ir de fiesta, para ver y admirar en persona las engalanadas calles.
La calle Verdi nos da la bienvenida con esta puerta amurallada. Montones de bolas de papel de diario ayudan a crear la ilusión.
El interior está tapizado de escudos, blasones, tapices y el resto de la imaginería al uso.
Hay muchas tiendas abiertas en esta calle, pero la de más éxito es esta de rosas de madera. Son rosas de madera, que huelen a rosa y de varios colores. Cada color tiene unas cualidades asociadas:
- Blanca: Pureza, inocencia, honestidad.;
- Amarilla: Alegría, inteligencia, felicidad;
- Naranja: Energía, atracción y placer;
- Roja: Amor, pasión, deseo;
- Azul: Tranquilidad, amistad y armonía;
- Verrde. Salud, esperanza y equilibrio;
- Rosa: Bondad, ternura y admiración;
- Lila: Calma, riqueza, dignidad;
- Negra: Elegancia, poder, formalidad;
- Marrón: Solidez, solidaridad, humildad;
- Granate: Creatividad, belleza y sensualidad.
A la altura del carrer de La Providència asistimos a una exhibición de perros policias de los Mossos. Nos dan una demostración de rastreo urbano, en un vehículo y de obediencia (Obediencia es que el perro se comporte de una forma determinada, por ejemplo camine entre las piernas,...)
Este debe ser al año Medieval de Gràcia. Blasones y fantasmas nos acompañan por toda la calle.
En la Plaza de Rovira i Trias, navegamos en barco y el trasparente mar nos deleita con sus misterios.
La curiosa ornamentación del Carrer Joan Blanques.
El teatro de guiñoles (titelles) nos narraba la historia del ratón que se quería comer el queso, o tal vez fuera la luna.
El carrer Joan Blanques era una calle misteriosa pues parte de ella estaba ocupada por un bosque de aspecto tenebroso, a pesar de ello muchos visitantes, intrépidos e inconscientes se aventuraban en su interior.
Dentro del tenebroso bosque, otro misterio: un orondo marino enseñaba a bailar paganas danzas en honor a hadas, sirenas y otros espíritus a la canalla, al ritmo de una endiablada orquesta.
Al final del bosque nos encontramos con esta casita, que huele a chocolate, que nos recuerda algo, pero no sabemos el qué. Si permaneces mucho tiempo en el bosque pierdes la memoria.
En el País de la Maravillas no es Alicia quien nos da la bienvenida, sino la Reina y su ejercito.
Pues no, No destaca por su integración ni por su decoración.
La última Perla está formada por múltiples "perlas" cotidianas del imaginario popular.
¡A disfrutarla los que podais!.
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