Aparte de los horrores de la guerra, de la inquietud que produce leerlos, ya sea en relato ya sea en testimonio, juzgarlos no es fácil; a veces hablan solos, a veces hay que ver los grises y la cárcel que encierra nuestras vidas y marca un camino a seguir de forma inexorable. Lo que más me llama la atención de la siguiente noticia está relacionado con una frase o sentencia que un día leí, o me inculcaron: “los hijos no han de pagar los pecados de los padres”. Y si, todos podemos estar de acuerdo con la teoría; es en la práctica ¿algo fácil de cumplir?.
Les Enfants Maudits son los niños que nacieron durante la ocupación nazi.
A raíz del impulso mediático del libro de Jean Paul Picaper y Ludwing Norz, publicado en el 2.004, se puso en escena el tabú de los niños proscritos.
Se conocieron las dimensiones del mestizaje, rondando la cifra de 20.000 en Alemania y 200.000 en Francia. Trascendieron los testimonios y las imágenes justicieras. Las mujeres francesas fueron peladas al cero, increpadas, vejadas como expresión vomitiva del colaboracionismo. Igual que sus hijos.
Su historia es demostrativa y arquetípica del silencio, la vergüenza y el oprobio que ha marcado al fruto de los “amores corruptos”.
No sólo en Francia el ADN cruzado de nazis y “traidores” les convirtió en símbolos de la vergüenza eugenésica. También en Dinamarca, donde se estiman entre 10.000 y 12.000 los hijos de nativas son soldados de Hitler. Y en Noruega, donde 12.000 mujeres de “pura raza nórdica” integraron el programa “Lebensborn”, proyectado por Himmler para expandir la raza aria.
2 acusadas de colaborar con la tropas alemanas - París 1944 |
En parte por el libro y programas de los media y en parte por el actual contexto geopolítico donde predominan las excelentes relaciones entre Berlín y París: Hay manuales de historia comunes, esta previsto incluso que la Wehrmacht desfile en Francia, en Alsacia aunque fue en el Oeste Atlántico y en la capital del Hexágono donde se produjeron más relaciones mixtas. Francia y Alemania se han avenido a resolver el trauma y a reconocerlos y otorgar pasaporte a los hijos de soldados nazis y mujeres galas.
El gobierno germano permite consultar a los Enfants Maudits los archivos de la Whermacht. Consta el arcano de 18 millones de fichas de soldados. Entre ellos, 130 padres de la asociación ANEG ya ha localizado a raíz del impulso mediático de 2.004 cuando el libro de puso en escena el tabú de los niños proscritos.
Jeanine Niviox-Sevestre perdió el habla, durante 2 meses y medio, a la edad de 13 años, cuando se enteró de que su padre fue un soldado nazí. Le hizo la revelación un vecino de Cambes-en-Pleine (Normadía). Ha tardado 55 años en tener derecho a un pasaporte alemán.
“Igual que yo, muchos de mis coetáneos sienten que en su vida hay un enorme vacío.
Estoy casada, tengo cuatro hijos y me considero afortunada, pero falta en mi rompecabezas de mi vida la pieza que da sentido a las demás: ¿Quién soy realmente yo?”
Mi madre murió en el bombardeo de Caen cuando tenía tres años. Trabaja como camarera en Cambes y se enamoro de un soldado del Reich llamado Werner.
“Mi padre era rubio, tocaba la armónica y era bastante divertido. Creo que su estatura era mediana”
Ignora cuál era el apellido y no ha podido obtener informaciones relevantes tanto por parte de los vecinos como de los archivos de la Whermacht en Berlín.
“Se nos consideraba una vergüenza, una lacra. Se nos discriminaba, se nos demonizaba. Todo el mundo menos yo, sabía en mi pueblo que era hija de un soldado nazi. Mi infancia fue ingrata, porque no tenía padres y porque fui dando tumbos. Nunca tuve un verdadero hogar. Pero aquellas desgracias me han hecho fuerte.
Dónde está su tumba. Tengo derecho a rellenar en vacío de mi alma.”
“El derecho al pasaporte es simbólico. Durante años y años no hemos sido ni franceses ni alemanes. Ahora somos franceses, como nuestras madres y alemanes, como nuestros padres.”
Marie-Christine Pigeon. Su padre fue detenido en Saint-Maló cuando trataba de escaparse a París en 1.944. Iba a reencontrarse con la familia, pero el delito de traición y la correspondiente ejecución ejemplarizante malograron el proyecto clandestino. Hace 5 años la TV francesa emitió un documental sobre los niños malditos. Su madre le había ocultado cualquier dato sobre su progenitor; se enteró de su por su abuela: Willi Schober.
“Descubrí que mi padre se había escapado de Saint-Malò porque yo estaba enferma en París y quería venir a verme. Arriesgó su vida para juntarse conmigo. Consta toda la información en los detalles del juicio.”
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