Eduardo - Tío David-, Duque de Windsor.
Majestad.
Isabel II, Reina de Inglaterra.
Ah sí, es la primera vez que vuelves aquí.
Tío David.
A este salón, sí.
Yo escogí este color, gris francés.
Isabel II.
Bueno, ¿A qué debe este placer, supongo que se trata de ese libro que estás escribiendo?.
Tío David.
En realidad he venido por otro asunto: Un trabajo.
Si bien es evidente que ya no soy un hombre joven, tampoco soy un viejo y tal vez pueda serle útil a la Corona.
Isabel II.
Tuviste la oportunidad de servir a este país, la mejor de todas, y renunciaste a ella.
Tío David.
Renuncié a ella por cómo se trataba a mi mujer, no porque no deseara servir a nuestro país.
En fin, se han planteado un par de ideas para puestos que requieren de la bendición del Gobierno y de la Corona.
Por supuesto, antes de venir aquí a molestarte, me he asegurado de que tendría el apoyo del Gobierno y se ha confirmado de que así sería.
Isabel II.
¿Apoyo para qué puestos?.
Tío David.
Bueno, hay tres posibilidades.
La primera es embajador en Francia. El primer ministro y el secretario de exteriores no están complacidos con el actual, Gladwyn Jebb.
Isabel II.
¿La segunda opción?.
Tío David.
Enlace especial para la Cámara de Comercio.
Isabel II.
¿Y la tercera?.
Tío David.
Como Alto comisionado en la Oficina de Relaciones de la Commonwealth, para promocionar los intereses británicos en el mundo.
Eso me iría muy bien creo yo, ya que se especializa en la parte práctica del trabajo diplomático, dar fiestas.
Isabel II.
Bueno, seguro que te desempeñarías muy bien en cualquiera de esos trabajos.
Pero a la luz de lo que he sabido recientemente...
Tío David.
¿Sobre qué?.
Isabel II.
Acontecimientos que tuvieron lugar cuando estabas en Lisboa, durante la guerra.
Tío David.
¿Por quién?.
Isabel II.
Documentos de Estado.
Tío David.
¿Qué documentos de Estado?.
Isabel II.
Documentos del Estado alemán que unos historiadores americanos, apoyados por franceses y británicos, amenazan ahora con publicar.
Tío David.
¿Y qué hay exactamente en esos documentos?.
Isabel II.
Cartas y telegramas.
Comunicaciones en las que se detalla tu relación con el Alto Mando Nazi.
Tío David.
Eso es absurdo.
Isabel II.
En un telegrama de 1940 se dice que te planteabas ponerte públicamente en contra del Gobierno y mostrar tu apoyo a la paz con Alemania, rompiendo por lo tanto con mi padre, el Rey.
En otro se dice que, a cambio de tu apoyo el Gobierno alemán te ofrecía una casa en España donde permanecerías el resto de la guerra a salvo mientras tus compatriotas sacrificaban sus vidas.
Tío David.
Yo me fui a las Bahamas, como ordenó el Gobierno británico.
Isabel II.
Sí, se te ordenó ir a las Bahamas debido a tus opiniones.
En esos documentos se te cita textualmente que los deseos del Führer por la paz estaban en completa consonancia con tu propio punto de vista
Tío David.
Eres muy joven para recordar; yo por desgracia no.
Hitler y sus secuaces fueron una vez nuestros amigos. como rey estaba convencido con la idea, apasionadamente convencido, de que Inglaterra y Alemania nunca deberían ser enemigos tras lo horrores de la Gran Guerra.
La gente olvida que no había el menor indicio que hiciera presagiar en lo que se convertiría Hitler después.
Incluso podría afirmarse que fuimos nosotros los que lo convertimos en un monstruo al negarnos a ser sus aliados. Eso fue clave.
La gente adoptó posturas grandiosas para darse palmaditas en la espalda por su gran virtud.
¿Y cuá fue la consecuencia?: Otra grotesca guerra. Millones de muertos más.
Cuando la paz era lo único que me importaba.
Y con ese espíritu de ánimo, hoy te pido que hagas las paces conmigo.
Isabel, los británicos con un pueblo sensato, jamás creerán esas patrañas contra mí.
Despreciaran esos documentos como lo que son: rumores infundados y propaganda alemana.
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Isabel II.
¿Puedo pedirte tu opinión?.
El Príncipe Felipe Duque de Edimburgo.
Por supuesto, ¿sobre qué?.
Isabel II.
Sobre le perdón.
Felipe.
Dios, ¿qué he hecho ahora?.
Isabel II.
No, tú no.
El Tío David. Creo que es hora de perdonarlo.
Felipe.
¿Desvarías?, no puedes hacer eso.
Isabel II.
¿Por qué no?.
Felipe.
Lo que le hizo a este país...
Isabel II.
Eran otros tiempos.
Me lo ha explicado todo.
Felipe.
Seguro que sí.
Isabel II.
Felipe. El perdón es muy importante para mí.
Felipe.
No he dicho esto nunca, así que si lo hago, espero que te lo tomes en serio.
Pídele... pídele a Tommy Lascelles que venga a verte.
Isabel II.
¿Qué?.
Felipe.
Y cuéntale cuáles son tus planes.
Isabel II.
No puedo seguir llamándolo para todo.
Felipe.
¿Por qué no?.
Isabel II.
Porque está jubilado, para empezar.
Felipe.
Pues ve a verlo tú a él en un visita informal. A tomar jerez, o té o sangre humana, lo que sea que beba ese monstruo.
Y pregúntale por tu tío. Fue su secretario particular cuando era Rey. Lo sabe todo sobre él.
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Tommy Lascelles.
Majestad.
Isabel II.
Tommy, ¿podría importunarte?.
Quiero proponer que el Duque de Windsor vuelva a la vida pública, y como ejemplo de cristiana en un país cristiano, perdonar.
Tommy.
Majestad,... eso... en mi opinión... sería un error.
Isabel II.
¿Por qué?.
Tommy.
Antes de tomar su decisión creo que debería estar en pleno conocimiento de todos los hechos
Isabel II.
He leído los archivos de Marburgo.
Tommy.
Yo también. He dicho en plena posesión.
Isabel II.
O sea que hay más.
Tommy.
Sí, señora.
Su tío dejó claras sus lealtades en cuanto fue proclamado rey.
Se rodeo por una nueva estirpe de cortesanos, hombres como Carlos, duque de Sajonia-Coburgo, un reconocido nazí.
También compartió documentos secretos de los aliados con la duquesa de Windsor, quien, a su vez, creemos que se acostaba... con perdón, señora... con el embajador alemán, Herr Ribbentrop.
Aquello empezó a ser tan grave que el Gobierno tuvo que dejar de incluir información confidencial en su caja roja.
Pero no tuvimos que preocuparnos porque entonces llegó la abdicación.
Al prometer su retirada de la vida pública ahora sabemos que esa nunca fue su intención.
¿Por qué sino decidió la pareja visitar a Hitler en alemania?.
El Führer calificó aquello como una visita de Estado extraoficial por lo que no sorprende que, en ese mismo viaje, en la casa de Herr Hess, se urdiera un plan. Un plan para reinstaurar al duque de Windsor como rey de Inglaterra... lo cual había supuesto traicionar y destronar a su vuestro difunto padre, a cambio las fuerzas germana tendrían vía libre para campar a sus anchas por toda Europa. Se llegó incluso a prometer a lods alemanes que sofocaríamos una rebelión colonial su fuera necesario.
Se visitaron centros de entrenamiento de las SS y a las primeras versiones de los campos de concentración.
Por supuesto, el auténtico horror aún estaba por llegar, pero aún así los visitó.
¿Debo continuar señora?.
(Isabel II asiente)
Cuando un avión alemán se estrelló en Bélgica con todo el plan militar de Hitler para la invasión de Francia a bordo, el duque no perdió el tiempo para hacer saber a sus amigos nazis que las fuerzas aliadas se habían hecho con esa valiosa información.
Alemania aprovechó la oportunidad y cambió sus planes; y en menos de un mes, París cayó bajo la ocupación alemana.
Y tal vez lo peor de todo, el duque le dijo al Gobierno alemán que la resistencia del Reino Unido ante la insistencia de los bombardeos alemanes se estaba debilitando, y que ese constante bombardeo, es decir el constante asesinato de sus compatriotas y ex-súbditos haría, y cito textualmente; "que pronto Gran Bretaña estaría lista para la paz".
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Isabel II.
He pensado detenidamente en tu petición de servir al país.
Estaba a favor de ayudarte y, tras sopesar los muchos años que han pasado, y mi afecto personal por tí, todo hablaba en tu favor.
Tío David.
Pero...
Isabel II.
Pero, al final creo que no.
Seguro que no hace falta recordarte que, según el acuerdo alcanzado tras la abdicación, se te permite regresar al Reino Unido solo por placer y previa invitación de la soberana.
Tío David.
Sí...
Isabel II.
Me siento incapaz de concederte ese permiso.
Tío David.
¿Quién te ha inyectado ese veneno?, ¿Tu madre?.
Isabel II.
No.
Tío David.
¿Tommy Lascelles?.
Isabel II.
Es una opinión propia.
Tío David.
Tú no tienes opinión propia, por eso están todas tan encantados contigo.
El único con opinión propia fuí yo, y por eso me echaron.
Bien, me iré, pero dime una cosa, ¿Quién ha hecho más daño a la monarquía, yo con mi predisposición o vosotros con vuestra crueldad?.
Isabel II.
Todos cerramos los ojos, e hicimos oídos sordos ante lo que se decía de tí.
Lo despreciamos como invenciones, como chismes crueles a raíz de tu decisión de renunciar al trono.
Pero cuando por fin a surgido la verdad, ¡la verdad!. Es una mofa de los pilares centrales del cristianismo.
No hay ninguna posibilidad de que te perdone. La cuestión es: ¿Cómo eres capaz de perdonarte a ti mismo?.
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Felipe.
(Entonadillo) Hemos dejado de lado nuestras diferencias para celebrar lo único bueno que tenemos en común.
Isabel II.
¿Qué es...?
Felipe.<br/> Tú.
Y la heroica manera en que has echado a ese maldito idiota hoy, con el rabo entre las piernas
Isabel II.
No ha sido nada heroica.
Felipe.
Al contrario, sí que lo ha sido, y no se te ocurra decir que eso va contra el cristianismo.
Isabel II.
Así es.
Felipe.
No, no es así. Has protegido a tu país, y has protegido la reputación de tu familia.
Por no mencionar que las logrado expulsar a satán del jardín del edén, eso es claramente un tema de Cristo.
The Crown -2x06- Vergangenheit
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