Entrada larga pues se nombran temas que me interesan mucho y a vecesuno no sabe donde parar...
WATCHMEN.-
Del imaginario comiquero de Alan Moore he tomado nombres para varias líneas, Top Ten en les Casetes, Promethea en Mala Dona, Tom Strong en el Grau de Granoteres, y, ahora, Watchmen en el Tossal del Codó. Creo que, así de memoria, no me dejo ninguno.
Para los fans de Alan Moore hay otras obras de este autor con más números para ser su mejor obra como La Cosa del Pantano, Promethea,... pero Watchmen es uno de los cómics que he leído que mejor he valorado por el punto de ruptura e inflexión que supuso y, puede que no sin ser el mejor, es de las primeras que me vienen a la cabeza cuando pienso en ese mundo.
Watchmen nació en un terreno que empezó a ser sembrado por otros autores (Dark Knight de Frank Miller por ejemplo) y de la visión del mundo y deconstrucción del autor inglés. Su aparición fue un antes y un después en esa industria abriendo las puertas a temáticas más adultas, inquietas y menos inocentes.
En Watchmen, la premisa es: ¿Cómo sería el mundo si los superhéroes americanos hubieran existido realmente?.
Estamos en 1985, los vigilantes enmascarados, han afectado a la sociedad y a sus hechos históricos convirtiendo ese 1985 en una ucronía del nuestro, donde la tecnología no es la que nosotros conocemos, los políticos no son los mismos que nosotros hemos conocido, y ciertos hechos clave –como Vietnam o el Caso Watergate– no han terminado como nosotros sabemos.
La culpa de todo esto la tiene precisamente llevar hasta sus últimas consecuencias la existencia real de seres que, como el Doctor Manhattan, superan el ámbito de lo humano y mortal. En esa ucronía todas las decisiones o momentos clave de su historia han sido más o menos (normalmente más que menos) alterados por los personajes que Moore incluye y que conocemos como “superhéroes”.
Moore nos hace reflexionar sobre la ética y la utilidad de estos vigilantes, construyéndolos a partir de arquetipos muy conocidos para cualquier lector asiduo.
Nos los presenta como personajes de complicada clasificación moral que casi entran en el mundo de la locura, la auto-idolatría, la obsesión,... justificando sus actitudes de vigilante por el uso de un autoimpuesto código moral perfecto. En el fondo son locos peligrosos que desafían el propio orden social.
A lo largo del cómic es constante el aforismo “¿Quién vigila a los vigilantes?”, que los ciudadanos normales se formulan al convivir con estos seres que por voluntad propia han decidido usurpar de alguna forma el puesto de la policía y ser ellos mismos quienes lleven el orden y el buen hacer civil de la sociedad.
Todo tipo de control viene tamizado por algo tan básico y subyacente como es la ley del caos y la segunda ley de la termodinámica.
Cualquier medio de control sobre nosotros o cualquier vigilante que quiera salvaguardar a la sociedad se va a enfrentar inexorablemente con una erosión permanente y brutal denominada Ley del Caos (popularmente conocida como “Ley de Murphy”): Sea cual sea el esfuerzo que se haga por velar por nosotros o por cuidar de quien vela por nosotros, en el fondo la cosa se va acabar desmadrando sin duda alguna. No por culpa de la propia ciudadanía o las personas que conforman la sociedad, sino más bien por la naturaleza del mundo en que vivimos, que como tendencia automática (y ahí entra la segunda ley de la termodinámica) suele desordenar y descolocar todo aquello que trata de ser ordenado y organizado.
El punto final de la obra y su resolución consiste en la llegada del diario de Rorschach a la redacción del periódico sensacionalista y conspiratorio “New Frontiersman”.
Son famosos los guiones que Moore le entregaba a Gibbons, donde viñetas individuales llenaban una página completa de guión dada la carga de detalles que el guionista quería reflejar en el cómic. En manos de cualquier otro dibujante, eso hubiera supuesto un trabajo inabordable y excesivo. Pero Gibbons, con su forma de plasmar las viñetas, con una puesta en escena limpia y visceralmente clara, fue capaz de reproducir con total perfección y sutileza los mil y un detalles y narraciones paralelas que Moore tenía pensados para “Watchmen”.
Como por ejemplo la simetría a tres niveles con la que Moore juega a lo largo del tebeo, asemejando la experiencia a estar contemplando una complejísima mancha de Rorschach y en la que llaman la atención la relación temática de los números pares e impares o el asombroso reflejo, primero estructural, después en muchas viñetas, con el que está montado el número cinco.
“Watchmen” tiene el honor de ser el único cómic de la historia en haber ganado el premio Hugo de Ciencia Ficción (1988), que es equivalente a los Premios Nobel de este tipo de género literario y que solamente ha estado al alcance de los más grandes escritores.
Tras tres décadas dando vueltas por Hollywood, con su fama de cómic inadaptable con sus dobles, triples y cuádruples sentidos, sus encabalgamientos entre texto y viñetas, su cómic dentro del cómic (Relatos del Navío Negro), su metáfora constante, su detallismo insano y su elíptica alternancia entre viñetas repleta de saltos espacio temporales imposibles de trasladar al montaje cinematográfico en forma de una narración unitaria y continuada, Warner se vuelve a interesar por el proyecto, Watchmen, y lo lleva a buen puerto en 2009 con dirección de Zack Snyder y guión de Alex Tse —y la acreditación correspondiente al trabajo de David Hayter—
Snyder, en lugar de separar las imágenes en movimiento de la estaticidad de las viñetas, opta por una traslación muy literal del cómic a la gran pantalla.
Aquellos que no han leído el cómic, entenderán perfectamente la historia que se les narra. Lo que no conocerán es la historia completa en la que está basada; hay varios detalles que sólo un espectador conocedor de la obra original entenderá, pero que no varía para nada el entendimiento de la historia narrada en la película.
Zack Snyder demuestra un gran amor por la obra de Moore, al copiar literalmente muchas de las secuencias mostradas en la novela gráfica, con la intención, tal vez de no herir a los fanáticos de la obra, que muy probablemente se le echarían encima de apartarse visualmente del original. Y eso tiene un precio. Snyder hace lo más cercano a una adaptación fiel que podía hacerse, pero también, y en conjunto, una buena película. Toma el espíritu y la esencia del cómic, convierte en imágenes de cine las viñetas del cómic, lo que nos permite disfrutar en una gran pantalla de la historia que en su día imaginaron Moore y Gibbons, pero sin encorsetarse más de la cuenta en la adaptación, tomándose libertades y mostrándolo desde una perspectiva única.
A mi me gusto, y me gusto más la versión Director's Cut, que la alarga unos 23 minutos más. A pesar de a alguno ese tema le parecía una estafa al espectador y a la obra en sí misma (ya que se puede opinar que el sentido de la obra se difumina al haber varias versiones de la misma), creo que redondea la película y la hace más compacta
De las impresiones cambiantes de los fans respecto a la obra en cómic o en la película, teniendo en cuenta que ambos medios son diferentes y que tienen una dinámica propia en general no intercambiable, hay un excelente relato en clave Dr. Manhattan en este blog: guionnwes.com.
HBO ha puesto en marcha una serie de TV sobre Watchmen, siendo Damon Lindelof el showrunner.
SANGRE FÁCIL.-
Da igual si eres el Papa de Roma, el presidente de los Estados Unidos o el Hombre del año, lo mínimo puede hacer que todo vaya mal.(Prólogo de “Sangre fácil”).
Sangre fácil, en 1894, supuso el brillante debut cinematográfico de los hermanos Coen, Joel y Ethan quienes, desde entonces, han realizado una interesantísima filmografía. En Sangre fácil aparecen ya prefigurados muchos de los rasgos de estilo que van a convertir a estos hermanos de Minneapolis en dos de los cineastas más respetados de nuestro tiempo: personajes extravagantes, situaciones cercanas al surrealismo y un sentido del humor bastante negro que a veces bordea el absurdo. Si una cosa nos queda clara en el cine de los Coen, es que la desgracia es inmisericorde y aplasta con su peso, en ocasiones debido al puro azar y en otras a la propia incompetencia de los personajes; aunque posiblemente sea más bien causada por una mezcla de ambos.
Los personajes de Sangre fácil son todos unos perdedores; se trata de una historia de adulterio y venganza que acaba descontrolándose, sólo el espectador sabe lo que sucede realmente y de que aquí, moral y éticamente ya de entrada, no se salva nadie. Las cuatro piedras angulares que componen y mueven la historia están profundamente degradadas, ni siquiera “los buenos” escapan de esa naturaleza tan marcadamente corrupta.
Toda la trama se plantea como un problema de falta de comunicación, lo que conduce a las situaciones más absurdas y extremas.
La película recrea un ambiente bastante sórdido en Texas: el club de striptease del marido (Dan Hedaya), el motel al que acuden los amantes y, sobre todo, la siniestra aparición de un perturbador detective que va vestido de amarillo y lleva siempre un sombrero de cowboy, Loren Visser. En principio, se trata de un personaje secundario, pero se apodera de toda la película gracias a la magnífica interpretación de M. Emmet Walsh. Los auténticos protagonistas son la pareja formada por Abby (Frances McDormand) y Ray (John Getz).
Una de las escenas más recordadas es la de la muerte del marido, ya que en ella asistimos a uno de los episodios que mejor reflejan el humor negro, en realidad macabro, que convierte Sangre fácil en un título tan apreciado hoy en día. Que matar a una persona no es fácil pero, como suelen hacer siempre, los hermanos Coen le dan una vuelta de tuerca a esa situación.
LUPUS DEI.-
La Liga de los Monstruos Extraordinarios.
“Tu camino puede ser difícil; pero el mío está maldito. Así que los caminaremos solos”.
La literatura de terror del siglo XIX concibió algunos de los monstruos más célebres, y longevos, de la historia. Se creó todo un ecosistema de maldiciones, casas encantadas y seres sobrenaturales que ha estado alimentando de historias al cine y las series de ese género, como ‘Penny Dreadful’.
“Penny Dreadful” (Penique terrorífico o espantoso) fue el nombre que se acabó dando a unos interesantes libretos que empezaron a comercializarse en Inglaterra hacia 1830 con el nombre de “Penny Bloods” (Peniques Sangrientos).
Estas pequeñas publicaciones estaban dirigidas a todo tipo de personas y saciaban el gusto que tenía el público inglés decimonónico por las historias de aventuras, misterio y asesinatos. Estos libretos, que solían tener entre ocho y dieciséis páginas, se ponían a la venta cada semana y se obtenían por un penique, de donde viene parte de su nombre. Estas historias se fueron haciendo cada vez más y más populares y, ante la demanda creciente de sus lectores, sus historias fueron teniendo una naturaleza cada vez más macabra. Así, en la década de los 60 del siglo XIX, cuando ya eran un éxito, fueron rebautizados como “Penny Dreadful“, en honor a las truculentas y en ocasiones terroríficas historias que decoraban sus páginas, para deleite de sus lectores.
Penny Dreadful, la serie de 2014 de la que sacado el nombre de esta línea, está ambientada en el Londres de finales del siglo XIX, en plena época victoriana. Es un pastiche de clásicos del gótico y el terror creado por John Logan y producido por Sam Mendes para la cadena americana de pago Showtime y recuerda un poco a la Liga de Los Hombres Extraordinarios de Alan Moore.
La serie ejercita una serie de reflexiones sobre la condición humana y la del monstruo; y tiene su propia versión del conocido mito de Pandora: en este relato, la famosa caja no contenía ninguno de los males, sino un simple espejo en el cual el hombre se vio a sí mismo por primera vez.. El discurso de la serie podría caracterizarse por el siguiente razonamiento: si el espejo de Pandora es el único contenido de la caja –reservorio de diversos males en la tradición clásica–, entonces el mal estaría en lo que ese espejo muestra: el reflejo de cada uno. Son las decisiones de los personajes en conjunto con las circunstancias de sus respectivas vidas las que los convierten en seres monstruosos.
En estas reelaboración del mito, el sentido misógino que adjudica la entera responsabilidad de los sufrimientos del mundo a la mujer queda en suspenso. Pandora no fue la culpable de liberar el sufrimiento entre los humanos; cada uno es responsable de su propia vida y –en ocasiones– de la existencia de otros. La mujer, entonces, no es la única agente del caos, lo cual nos permite releer toda una tradición mitológica que deposita en la mujer el rol de lo negativo.
El espejo también puede aludir a los vampiros en la serie: la ausencia de reflejo no muestra tanto un vacío de identidad sino que exime a los vampiros del peor mal: lo terrible sería verse a uno mismo tal cual se es, cosa que el hombre puede hacer y el vampiro no.
La serie dialoga con las fuentes literarias de las que se nutre y, a partir del pastiche literario-televisivo, elabora una concepción de lo monstruoso recogiendo discursos sociales, y sobre aspectos psicológicos, sexuales y de clase social y de un cuestionamiento existencial.
La serie se constituye a partir de un doble juego: recupera lo que es señalado por la sociedad y lo que es reconocido por cada personaje como su propia identidad o condición monstruosa.
“los buenos cristianos le temen al fuego del infierno, y para evitarlo son buenos con su prójimo. Los paganos no tienen ese miedo. Pueden ser lo que son, buenos o malos según dicte su naturaleza. No le tememos a Dios, así que somos responsables de lo que hacemos”.
Todos los personajes se plantean en algún punto su identidad en relación con lo monstruoso, dado que la trama ha reunido en la convulsionada metrópolis inglesa a estos seres marcados por la excepcionalidad:
La protagonista, Vanessa Ives no pertenece a ninguna gran obra gótica del XIX. Es una creación original de John Logan, y está escrita casi para Eva Green, su intérprete. Es omnipresente. Participa en todos los hilos argumentales, se relaciona con todos los personajes, es el nexo de unión de todo lo que sucede en la serie.
Es una huérfana marcada por el diablo cuya impronta es la dualidad que recorre la literatura, en especial la gótica y romántica: la mujer angelical y la mujer demoníaca.
Ella es su principal enemiga y sus elecciones son las que la definen. La construcción de Vanessa como mujer monstruosa es fruto de sus decisiones y circunstancias, y se completa no sólo con su propia identificación como tal sino con el señalamiento por parte de los otros.
En el tránsito de Vanessa hacia su lado oscuro también figura la aceptación de su devenir animal: la magia del escorpión negro. Este insecto es aquel con el cual Vanessa es iniciada como bruja; también constituye el instrumento por medio del cual ella asesina, finalmente, a uno de sus enemigos para vengarse por los crímenes del mismo.
Sir Malcolm Murray, explorador de renombre, que recuerda al Allan Quatermaine de la Liga. Es el líder de esta coalición peculiar. Un personaje con alma de hierro; le cuesta abrir su mente a lo paranormal, aunque en teoría ha visto de todo. Con fama de serio y orgulloso, Murray va perdiendo credibilidad a medida que se descubren los trapos sucios de su familia.
Sir Malcolm Murray, en su cruzada por rescatar a su hija, utiliza cualquier método, por más cruel que sea, y a la vez se reprocha el trato hacia su difunto hijo Peter. En el fondo es un hombre muy atormentado que intenta aparentar seguridad. No viaja para explorar, explora para escapar.
Él y Vanessa Ives reclutan a una serie de individuos para ayudarles a encontrar y salvar a Mina, la hija de Murray. A su alrededor se unen personajes clásicos como:
Ethan Chandler, un pistolero americano en Londres, el Lupus Dei (Se apellida en realidad Talbot, el nombre utilizado durante toda la saga de la Universal para sus aulladores licántropos en blanco y negro. Al igual que sus precedentes en la pantalla, no controla sus impulsos una vez transformado. Puesto que la tradición bíblica ve al lobo como representante del mal. No es posible que exista un “Lobo de Díos; o si. Intenta escapar a la maldición que lo convierte en hombre lobo, la cual termina por aceptar al convertirse en guardián de Vanessa.
Victor Frankenstein (y sus monstruos). No es más que un niño cuando conoce la muerte por primera vez. En el cruce entre los ideales y deseos del personaje con las promesas de la modernidad, Víctor experimenta su propia monstruosidad, aunque reniegue de la misma y desee evadirla. Las inquietudes personales de Frankenstein en el momento de realizar sus experimentos –la ambición de superar la muerte, de realizar el próximo descubrimiento científico– se convierten en sus propios fantasmas, traumas y culpas y son encarnadas por sus criaturas.
El delirio de creer que está por encima de los demás le conduce a un tormento en lo más profundo de su conciencia tras cometer su crimen. Hombre temeroso, nervioso, drogadicto, antisocial, egoísta, metódico, amante de la poesía, Víctor no es capaz de devolver la vida a los muertos sin crear monstruos y caos por el camino.
Si el espejo muestra al hombre y sus acciones (negativas sobre todo), estas pueden ser, por ejemplo, las de Víctor, quien ha soltado un peligro al mundo en la forma de sus criaturas.
En la novela original Paradise Lost de Milton, Adán reprocha a Dios su creación. Shelley, la escritora de Frankenstein, citaba a Milton tanto en ese epígrafe como en el discurso de la propia criatura, con el objetivo de plantear un problema ético y construir la voz de su personaje. En la serie, este cuestionamiento es retomado cuando tanto Calibán como Lily acusan a su creador de haber ejercido diferentes formas de violencia contra ellos, crueldad y juran vengarse; este acto de diferenciación respecto de su progenitor es también lo que otorga sentido a sus respectivas vidas.
Fuera de este grupo principal existen otros seres orbitando a su alrededor:
Caliban, el primer monstruo (?) (personaje nacido en “La Tempestad” de Shakespeare, esclavizado por Próspero, y que simbolizaba los aspectos más instintivos y materiales del ser humano), más tarde conocido como John Clare (Tomó su nombre de John Clare, un poeta catalogado como uno de los grandes del romanticismo. 13 de julio de 1793, Helpston, muerto el 20 de mayo de 1864 en Northampton en el General Lunatic Asylum.).
Es más sufridor que Vanessa y el resto del grupo juntos. Rechazado por su creador y por la sociedad, el pobre no hace más que recibir palos temporada tras temporada. Pero va acumulando experiencia y conocimientos, y no solo resulta un personaje entrañable sino también sabio como el que más, filosófico, lo que de nuevo remite al monstruo creado por Shelley en el siglo XIX.
“son todos demasiado horribles (los monstruos del museo de cera), no son reales. La verdadera maldad es, por encima de todo, seductora. Cuando el demonio llama a tu puerta, no tiene pezuñas. Es bello y te ofrece susurrando lo que tu corazón desea. Como una sirena…o salvas tu alma, o se la entregas. Para representar el perverso contenido de la caja de Pandora no hay más que colocar un espejo en su interior”
Brona Croft. Símbolo de la miseria de la época.
Es uno más de los personajes que amplían la idea de lo monstruoso, dado que para la sociedad de la época ella es cuatro veces lo rechazado, por ser mujer, prostituta, extranjera y pobre, a lo que luego se suma ser otra no-muerta de Frankenstein;
“Quiero una compañera”, le dijo Caliban a Víctor, alguien que transite con él la soledad y la oscuridad de ser quien es. Y Víctor se escudó en un cuerpo cuya alma estaba a punto de dejar la Tierra: el de Brona, la amante de Ethan, una enferma de tuberculosis que solo se puede ganar la vida como prostituta. Tras matarla, la resucita para que sea la compañera de su monstruo, llamándola Lily.
La rebelión ha sido tema y base de la construcción de todo mito. En él la criatura rompe con su creador los lazos; deshaciendo la relación y proyectándose como amo de su propia existencia. El parecido con lo que su creador (Víctor) y enamorado (Caliban) esperaban de ella, es pura coincidencia.
Lily “nace” del deseo de un hombre de tener un objeto de compañía (por mucho que John Clare quiera dulcificar esa visión con otra más romántica), cuando en su vida anterior ya era tratada como si fuera otro objeto, de deseo, por parte del resto de los hombres. (“lo que hiciste conmigo fue un abuso, no ciencia”)
Lily se rebela como Lilit; El nombre bien podría ser otra broma macabra jugando con la semántica. La primera mujer de Adán; que abandona el paraíso por elección propia, se llamaba Lilith en la mitología Mesopotámica y hoy es un icono de la subcultura gótica.
Lily seduce a Victor, asesina a un hombre durante un encuentro sexual y se niega a subyugarse ante Calibán, su casi homófono paralelo y entabla una relación con Dorian Gray, quien se ve atraído hacia ella por su singularidad, su monstruosidad. Lily jura vengarse de los hombres primero y, luego, de la humanidad en su conjunto, empresa en la que Dorian decide acompañarla.
“Alagamos a los hombres con nuestro dolor. os inclinamos ante ellos. Nos convertimos en muñecas para su entretenimiento. Perdemos nuestra dignidad dentro de corsets y zapatos de tacón y chismes y la esclavitud del matrimonio! ¿Y nuestra recompensa por nuestro servicio? Un sopapo de revés… La cara contra la almohada… Y la concha dolorida y sangrante cuando nos fuerzan en sus camas a recibir sus pesados cuerpos gordos! Nos arrastran a callejones, mi muchacho, y nos acaban en la boca por dos chelines, cuando no están golpeándonos sin sentido! Cuando no estamos sangrando por los ojos y la boca y el culo y la concha! Nunca más me arrodillaré ante un hombre. Ahora ellos, deberán arrodillarse ante mí!”
“Tú quieres pasear por el pueblo sosteniendo mi mano. Cuando la gente sea cruel contigo quieres que te ame aún más. Criatura patética, ¿cómo puedes imaginar que me preocuparía por ti?. ¿Encaja esa cara con esta?, ¿vamos a pasear por el campo para recitar tus putas poesías a las putas vacas?”
Dorian Gray (joven adinerado que tiene escondido en su casa un cuadro que envejece por él. Mientras él se mantiene joven, inmaculado e inmortal, su efigie pintada se deforma con cada nuevo vicio al que se entrega).
Bisexual y perverso por la abulia y la vida repetitiva que él encuentra en la ciudad moderna, vida que ya no le depara emociones novedosas; necesita lo singular y sorprendente, que a veces será una emoción pasajera y otras una larga infatuación. Él busca un otro marcado por lo excepcional, por eso se siente atraído sucesivamente por Vanessa, Ethan, Angelique y Lily: cada uno se recorta dentro de la galería urbana por ser algo abyecto.
La suspensión de la moral victoriana y la decisión de colocarse junto a Lily como los artífices de un mundo dominado por seres sobrenaturales hacen que la monstruosidad de Dorian emerja; esta no está motivada, como en el caso de Lily, por una venganza, sino simplemente por el hastío finisecular y el deseo de lo nuevo en una ciudad que busca la homogeneización y diferenciación en forma simultánea y aparentemente contradictoria.
En la tercera temporada aparecieron otros personajes con un arco propio y complementario con estos personajes: Kaetenay , un hombre lobo apache, y el Dr. Jekyll.
El Vampiro. La serie se enfrenta a la tarea de reescribir una historia y un personaje muy transitado y modificado en la cultura y el imaginario del siglo xx. . Las opciones parecen ser dos: suscribir a las representaciones populares sobre el personaje o volver a la fuente literaria. Sin embargo, la serie encuentra una tercera opción: reinscribir a Drácula en el mito del vampiro y crearle una mitología propia: de funde el relato bíblico con deidades egipcias –e incluso antediluvianas– y profecías del apocalipsis.
Además del recordado cuento de Polidori, «The Vampyre» (1819), el relato más influyente en la consolidación de este estereotipo fue precisamente un penny dreadful victoriano: Varney the Vampire or the Feast of Blood (1845-7), de James Malcolm Rymer. Esta novela –publicada por entregas que acumulan 800 páginas– es responsable de agregar los colmillos y la imagen de noble. Esta representación sería recuperada en parte por Sheridan Le Fanu, el propio Stoker y a partir de ahí se volvería un estereotipo.
Penny Dreadful no se limita sólo a discutir con la representación consolidada a partir de Rymer sino que ubica al «conde» dentro del grupo de seres angélicos expulsados junto con Lucifer; su presunto matrimonio con Vanessa sería en cierta forma una boda con el demonio. La operación es la del collage –mitológico en este caso–, que se extenderá también al mito del Lupus Dei (en el caso de Ethan Chandler), devenido en guardián de Vanessa.
A diferencia de los otros seres «monstruosos» de la serie queda suspendida la visión más relativista y empática: no hay intento alguno de empatizar con el vampiro sino que sirve para pensar, por oposición, en la posible evolución del personaje de Vanessa hacia el lado oscuro.
Coral Ann Howells explica en Love, Mystery and Misery: Feeling in Gothic Fiction (1978) que las novelas góticas de finales del XVIII planteaban identidades y acciones subversivas, especialmente de género, pero que al final siempre volvían a lo convencional, por costumbre o por sobresalto. Lo mismo ocurre con Penny Dreadful; de la trama principal, sólo los hombres blancos sobreviven. Ellos siguen siendo monstruos buscando la redención como pueden; ellas deben renunciar a su capacidad para el mal, morir o ambas cosas a la vez.
Penny Dreadful es un claro homenaje a las legendarias y terroríficas criaturas clásicas, también es una renovación de esa mitología potenciando el dramatismo, la personalidad y las historias que estos personajes. Sabe combinar de forma satisfactoria la historia, el tono y la estética adecuada para fascinar y cautivar al espectador.
La trama se va cociendo a fuego lento permitiendo que vaya creciendo en paralelo con nuestro conocimiento cada día más profundo sobre sus atormentados pasados y las relaciones que entre sus protagonistas se irán estableciendo. Logan utiliza la fascinación que nos provoca la naturaleza de estas monstruosas criaturas para atraparnos pero, una vez que tiene toda nuestra atención, nos convence para dirigir nuestro interés hacia el catálogo de cicatrices internas que tiene cada personaje; pues ellas demostrarán que, no importa lo horribles que sean las criaturas del mal, ni sus amenazas…los más terroríficos monstruos residen en el interior de nuestra propia naturaleza humana. Convirtiéndose así no sólo en la mejor muestra televisiva de terror gótico; sino también en una de las más interesantes experiencias de auto-crítica sobre nuestra evolución como sociedad.
La serie finalizó tras su tercera temporada. ¿Podía haber dado más de sí? Probablemente, si. El material del que se nutría era prácticamente inagotable: Dracula, Frankenstein, el Doctor Jekyll, El Hombre Lobo, Jack el destripador, Dorian Gray, Sir Malcom, la Justine de Sade, etc, pero el elemento central sobre el que pivotaba la trama era sin lugar a dudas la atormentada Vanessa Ives y sin su presencia, para John Logan el creador, no tenía sentido continuar con la serie.
“Podríamos haber indicado que era la última temporada antes de que saliera pero decidimos no hacerlo. En la mente de John siempre fueron tres temporadas, pero desde el principio, intentamos tratar de mantener la serie abierta a la posibilidad de más, pero quedó claro que intentar tratar de seguir con la serie más allá de la vida de Vanessa Ives no sería factible. Y John realmente no quería continuar más allá sin ese personaje”,
Penny Dreadful: The Awaking es el nombre de esta serie de cómics, cuya trama arranca seis meses después de los acontecimientos que cerraron la tercera temporada. El productor co-ejecutivo de Penny Dreadful TV, Chris King, es quien escribe la trama de los cómics, con ilustraciones de Jesús Hervás. En el primer número nos encontramos al personaje de Josh Hartnett de Ethan Chandler incapaz de seguir adelante tras los dolorosos eventos del episodio final de la serie. Mientras busca desesperadamente el significado en un mundo sin su amada Vanessa Ives, las palabras antiguas se hacen eco a través de los siglos, y se le llama una vez más a tomar las armas contra las criaturas que se arrastran fuera de la noche.
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