Salimos a una hora prudente, sobre las 11 de la mañana con tiempo justo de llegar, comer (probar la denominada cocina volcánica), ver algún volcancillo (que ya iba siendo hora de que visitara esta parte del país) y pasar un día diferente. A mi me hacía ilusión el Volcán de Santa Margarida, el cual con ese perfecto cono y esa boca tan redonda -en las fotos aéreas- junto con la ermita en el centro de la explanada lo convertían en una visita apetecible.
El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa es el mejor exponente de paisaje volcánico de la península Ibérica. Tiene unos 40 conos volcánicos y más de 20 coladas de lavas basálticas. La orografía, el suelo y el clima proporcionan una variada vegetación, a menudo exuberante. Es un espacio protegido muy poblado, que no se corresponde con la imagen que se tiene, en general, de un espacio protegido; el cual suele ser un espacio público ordenado para promover y facilitar las actividades lúdicas y recreativas, o bien es un territorio protegido para la salvaguarda de la biodiversidad.
Hay información sobre dicho parque tanto a nivel local, como del DMAH. Conviene leerlos e informarse antes, sobre todo el de la Garrotxa, pues indican las normas de buena conducta y conservación de dicho espacio.
El pueblecito de Mieres es pintoresco, al menos visualmente, pero no nos paramos a visitarlo.
Para empezar el GPS nos hace subir por la ruta más larga saliendo de BCN, unos 145 km por autopista. Sin mayores problemas, cerca de Banyoles el GPS nos guía habílmente a través de callejuelas hasta la carretera que nos lleva primero a Mieres y luego a Santa Pau, el pueblecito rodeado por volcanes.
Al Santa Pau buscamos el centro de información del Parc Natural, pero no lo supimos encontrar, así que nos dijimos que ya que estábamos allí, que podíamos perdernos por el laberinto medieval del pueblo Santa Pau (Info 1 o Info 2).
Es un conjunto Histórico-Artístico por su plaza porticada, la Iglesia gótica de Santa María de Santa Pau (s. XVI) y diversos dinteles y ventanales.
Sus orígenes se remontan a la construcción del castillo (s. XIII). En 1.278 se creó la baronía pasando a ser la residencia habitual de los señores de la jurisdicción. En el 1.300 con la concesión de la carta de franquicias se convirtió en núcleo del recinto amurallado y posteriormente, a su cobijo se edifico la "Vila Vella". Es de planta cuadrangular y las dependencias se distribuyen alrededor de un patio central.
En el sector nordeste se encuentra la Torre Maestra, en cuya base se conserva la capilla familiar dedicada a San Antonio Abad y San Honorato.
El paseo es corto, pues no es muy grande, y la zona medieval está muy limpia. Es un típico pueblo medieval, como puede ser Besalú, Bagà, etc.. A nuestro juicio y para hacerlo más agradable le falta algo más de colorido floral en las calles y le sobrarían los coches que hay aparcados. Supongo que serían de los vecinos y comerciantes del pueblo y que bla, bla, pero le restan encanto.
El castillo estaba cerrado. Esforzándonos un poco a través de unos agujeros en la puerta que hay al lado de la Torre maestra se intuía el patio central.
La iglesia da sensación de estar bien conservada y nos llamó la atención el belén permanente, con su instalación de pago para la luz, el agua y la música.
Optamos con comer ya eran las 14 pasadas y visitar los volcanes a la tarde.
En el pueblo hay varios restaurantes, del listado de cocina volcánica que se obtiene en la web los que hay en el interior del recinto medieval estaban de vacaciones. Optamos por entrar en el que teníamos más cerca. Can Rafelic o el Cau del Trabucaire. Placeta de Sant Roc 2. Tfno. 972.680.202
Es un restaurante sencillo, con comidas de cada día -casolana- y a la brasa. Cumple y se come bien.
Antes de comer habíamos pasado por el centro de información. Para visitar el volcán de Santa Margarida hay que subir a pie. Desde el parking hasta la ermita hay unos 35 minutos. Con el peroné roto, una hora de caminata no me apetecía, la verdad. Intente averiguar si eran 35 minutos para niños, gente normal o tercera edad, pero no obtuve una respuesta clara y satisfactoria: "no saber, no saber".
Habían otras dos opciones, hacer la visita en un tren o en un carruaje tirado por caballos.
A Tere le hacía ilusión lo del carruaje tirado por caballos, y tras informarnos -sale usted del pueblo, una explanada , a la derecha,...- nos vamos a ello. En fin que cuando llegamos al lugar previsto -Camping Lava- resulta que era el del tren, que el de los carruajes era unos dos kilómetros mas lejos. No recuerdo bien como pasó, pero sobre el mostrador de la recepción salió lo de dar una vuelta en caballo. Acabamos montando a caballo. Tere sabe, yo no sólo ni idea sino que cuando lo he intentado los animalitos no me hacen ni caso, van a su bola.
El paseo a caballo, organizado por la Hípica Les Forques, fue apto para todos los públicos. Los caballos eran muy mansitos, el hecho de que se apunten niños al paseo debe obligar a ello. El camino no es nada del otro mundo, es un paseo muy llano de unos 30-40 minutos entre los volcanes Croscat y el Puig de Martinyà, sin llegar a entrar en materia vulcanológica y los animalitos se saben el camino de memoria. Tere estaba muy contenta por haber podido montar y yo acabé muy dolorido de caderas e ingles.
Al final del día, con mucho cansancio encima, regresamos, pero está vez por la conexión Olot-Vic-BCN y fueron unos 115 km.
Hola Fernando,
ResponderEliminarsoy marc c.
hoy Joan (bombero en el parc de Sabadell), le ha metido a Indio Blanco, no la ha encadenado, dice que está ok para meterle pegues y muy guapa con un tramo duro.
Dice que no la ha encadenado, pero que si tuviera que decir un grado diría 7c.
A ver si jueves le puedo meter un pegue.
SALUT!!!
Gracias Marc.
ResponderEliminarA ver si encadenas