Aparte del P2P y su conflicto con la industria del ocio, internet sigue cambiando la manera no sólo de relacionarse de la gente sino también de informarse; tanto a nivel de contenidos como del acceso a los mismos. Los dos sectores más próximamente amenazados son la prensa y la literatura.
Todo buen reportero tiene algo que investigar a diario. Los periódicos nunca volverán a ser lo que fueron de la forma en que lo fueron. La trascendencia de la función social de la prensa es amenazada por los profetas de la nueva era de las comunicaciones sociales como por el derrotismo de algunos portavoces del sistema tradicional.
Me centraré en unas declaraciones aparecidas en la prensa que se han producido en un subcomité del Senado de los EE.UU. creado para estudiar el tema. Aparte de las declaraciones hay puntualizaciones del periodista que redacta o se hace eco de la noticia, yo me limito a transcribir y hacerme eco del problema.
Marisa Meyer, de Google: “Nuestra misión consiste en organizar la información mundial. La aparentemente saludable dispersión del poder informar a través de internet ha tenido como consecuencia que la unidad atómica de consumo de información ha migrado desde el periódico hasta el artículo individual.” Ya no es necesario pasar por el quisco o ni siquiera por las páginas de los grandes periódicos en internet para acceder a las historias, artículos y comentarios que cada uno prefiera, pues los buscadores y agregadores de contenidos ayudan a cada usuario a componer su propia ensalada y cortan la información en finas lonchas y sólo las demandadas en el menú del libre albedrío salen a la luz. Meyer advierte que: “Esto requiere un acercamiento monetario diferente, pues cada artículo debe autofinanciarse”. Osea que un individuo o una organización periodística sólo invertirá dinero, tiempo y talento en producir aquellos artículos que generen un tráfico masivo o publicidad especializada suficiente como para hacerlos rentables.
“Puesto que los diversos editores publican diversos artículos sobre el mismo asunto cuyo contenido es idéntico o muy parecido, en lugar de competir entre ellos, lo conveniente sería que aportarán esos contenidos a una URL única, a una sola página que serviría de referencia consistente para el seguimiento de la historia.”
Arianna Huffington, creadora y propietaria del e-diario, The Huffington Post, concebido como un gran agregador de contenidos. “El futuro del periodismo de calidad no depende del futuro de los periódicos, y no sólo de su edición impresa, sino también del diario multisoporte. Vivimos un Edad de Oro de los consumidores de noticias. El futuro no pasa por la protección de esos jardines vallados ni por atacar a Google u otros agregadores de noticias, sino por los motores de búsqueda, el periodismo ciudadano y los fondos para el periodismo de investigación aportados por fundaciones sin ánimo de lucro.”
David Simon, ex reportero del Baltimore Sun. “Lo de periodismo ciudadano me suena a algo como George Orwell. Una cosa es ser un vecino que se entera de las cosas y se preocupa por la gente y otra muy distinta ser un periodista; de igual forma que un vecino con una manguera en el jardín y buenas intenciones no es un bombero. El periodismo de altos fines que es el que adquiere información esencial sobre nuestro gobierno y nuestra sociedad es una profesión que implica un compromiso a tiempo completo de hombres y mujeres adiestrados que vuelven día tras día a los lugares que cubren hasta que los mejores entre ellos se enteran de todo lo que concierne a esa concreta institución. Esta especie corre peligro de extinción pues el parásito está matando al anfitrión. Poco a poco los lectores van obteniendo las noticias a través de los agregadores y abandonan su punto de origen, los propios periódicos”.
Steve Coll, ex director de redacción del Washington Post, Premio Pulitzer y periodista de investigación: “Incluso los más optimistas propagandistas de las nuevas formas de periodismo admiten que un mundo en el que los medios basados sólo en internet y los agregadores puedan afrontar mantener periodistas profesionales en Bagdag, Kabul e Islamabab, en Europa y en Asia, simplemente no está al alcance de la vista. No hay una crisis de lectores, hay una crisis de lectores rentables”.
Sólo redacciones suficientemente nutridas y cualificadas podrán materializar el derecho a la información de los ciudadanos a través de los distintos soportes conocidos o por conocer. Las posibilidades de contar con una cobertura consistente de los tribunales de justicia, las instituciones financieras o la vida cultural, son actividades se hacen en equipo y buena parte de ellas jamás serán rentables por si mismas.
Según The Wall Street Journal. En norteamerica 1,7 millones de norteamericanos reciben algún dinero incorporando contenidos a internet, y cerca de 400.000 tienen como principal fuente de ingresos su blog; pero sólo una ínfima proporción aportan algo realmente relevante.
Si no hubieran redacciones compuestas por centenares de periodistas, en las que se distribuye y organiza el trabajo, apostando por la búsqueda de la información diferenciada, la información recibida a través de informativos y tertulias de radio y TV sería insípida y onanista.
Jeff Jarvis, columnista de The Guardian, profesor de la City University y gurú de internet: las pantallas planas portátiles, tipo kindle de amazon, no van a ayudar a la supervivencia de los periódicos porque el problema no es el soporte sino el medio mismo: un diario con un formato fijo, inmutable, creado por los maquetadores y los redactores jefes, ya no sirve, porque la gente joven se ha habituado a internet, a Google, a los RSS y a Twitter: a la información personalizada, individualizada, modulable. Y que los ingresos por los periódicos en pantalla no van a compensar ni de lejos las perdidas por la caída del papel. La información va a existir sólo en internet pero nadie va a pagar por ella. Es un callejón sin salida: sino hay ingresos para los medios de información profesionales, del tipo que sean, no quedaran más fuentes que los gobiernos y las grandes empresas -que generan lo que hasta ahora se conoce como propaganda- y el chismorreo abrumador pero poco informativo y mucho menos valorable de las redes sociales.
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