ESCUTOIDE.-
Un escutoide es un sólido geométrico entre dos superficies paralelas. El límite de cada una de las superficies (y de todas las demás superficies paralelas entre ellas) es un polígono, y los vértices de los dos polígonos extremos están unidos por una curva o una conexión con forma de Y. Los escutoides presentan al menos un vértice entre estos dos planos y sus caras no son necesariamente convexas, por lo que varios de ellos puede empaquetarse juntos para llenar todo el espacio entre las dos superficies paralelas.
Las células epiteliales son piezas básicas en la construcción del cuerpo humano. Suponen el elemento clave para entender cómo a partir de un diminuto embrión los tejidos de nuestro cuerpo se van extendiendo en tres dimensiones hasta modelar la piel, los vasos sanguíneos y los órganos.
A todo este proceso que permite que un organismo vivo tome forma se le conoce como morfogénesis. En las superficies totalmente planas es fácil imaginar cómo las células se agrupan de manera más o menos regular pero la naturaleza ofrece muy pocas áreas así, de manera que durante estas fases de desarrollo, las células epiteliales deben adaptarse también a espacios curvos, irregulares y flexibles. Hasta ahora los científicos habían asumido que estas unidades celulares podían adoptar la forma de columnas, pirámides o prismas de diferentes tamaños para agruparse y formar los materiales que necesita el cuerpo. Pero un grupo de científicos españoles ha descubierto además que la naturaleza es más compleja y más eficiente; estas células pueden adoptar también una forma geométrica desconocida hasta ahora a la que han llamado escutoide.
Las células epiteliales adoptan la «forma escutoidal» bajo ciertas circunstancias. En los epitelios, las células pueden empaquetarse de forma tridimensional como escutoides, facilitando la curvatura de los tejidos. Esto es fundamental para moldear los órganos durante el desarrollo.
Esta estructura fue descrita por primera vez por Pedro Gómez-Gálvez y colaboradores en una publicación de julio de 2018 en la revista Nature Communications de título «Scutoids are a geometrical solution to three-dimensional packing of epithelia» (Pedro Gómez-Gálvez et al, Scutoids are a geometrical solution to three-dimensional packing of epithelia, Nature Communications (2018). DOI: 10.1038/s41467-018-05376-1).
El descubrimiento fue el resultado de una investigación del Departamento de Biología Celular y el Instituto de Biomedicina de Sevilla de la Universidad de Sevilla dirigida por Luis M. Escudero.
Según explica la matemática Clara Grima, una de las colaboradoras de la investigación, el objeto se descubrió «mirando no a los ojos sino a las glándulas salivales de la mosca de la fruta», y teniendo en cuenta los diagramas de Voronoi, una herramienta que se usa en varios campos para comprender la organización geométrica (es una descomposición de un espacio métrico en regiones, asociada a la presencia de objetos, de tal forma, que en dicha descomposición, a cada objeto se le asigna una región del espacio métrico formada por los puntos que son más cercanos a él que a ninguno de los otros objetos).
Luis M. Escudero contó a BBC Mundo:
La idea de esta investigación era encontrar una respuesta a "cómo se pasa de un organismo de una sola célula a otro de muchas, ahí hay muchos pasos pequeños y eso es lo que tratamos de entender. Lo que ocurre durante el desarrollo es que una única célula, el cigoto, se va dividiendo y va empezando a adoptar diferentes destinos para dar todas las células de un individuo adulto, pero a la vez las células se tienen que organizar y establecer una serie de reglas para que todo ocurra en el momento adecuado y con la forma indicada. Se pasa de un tejido muy simple (el cigoto) a un epitelio (los ladrillos que formarían el organismo) y tienen que ir cambiando de forma y la localización entre ellos para formar los órganos.” "Estábamos intentando entender cómo se organizan los tejidos epiteliales, que son unas células importantísimas durante el desarrollo embrionario y que tenemos en montones de órganos como el hígado, el páncreas y el tubo digestivo.
Estos tejidos epiteliales son células que se empaquetan, que están ordenadas todas muy juntas y, por dificultades técnicas, es difícil saber exactamente cómo están empaquetadas en tres dimensiones.
Entonces lo que hicimos en mi laboratorio fue diseñar un modelo computacional de un tubo, que era un tejido curvo en tres dimensiones pero computacional, no era real. El modelo computacional predijo una forma geométrica que no estaba descrita, y a esta forma geométrica le pusimos el nombre de escutoide.
Nosotros trabajamos con insectos y estamos muy habituados a verlos, y realmente se puede ver cómo la forma geométrica recuerda mucho al tórax de algunos escarabajos”.
De acuerdo con Clara Grima el término escutoide se acuñó en forma de broma por el apellido del director de la investigación, Luis M. Escudero, dado que «escudero» en latín es scutum, empezaron a decirle «escutoide», y para cuando finalizó la investigación ya consideraban el término oficial; sin embargo, como además la figura guarda un parecido con el escutelo del tórax en algunos insectos (la parte posterior de un tórax o sección media de un insecto), como los escarabajos de la subfamilia Cetoniinae, fue esta estructura la que señalaron en la publicación formal como origen del nombre.
Según Escudero:
“Un escutoide es cómo un prisma que se caracteriza por tener superficies curvas y al menos un vértice en un plano diferente al de las dos bases.
Es como un prisma en el que hay un vértice en el medio. Porque los prismas tienen en las bases todos los vértices, tanto en la de abajo como en la de arriba, y estos vértices están unidos de arriba abajo formando las caras laterales del prisma.
Pero el escutoide, si lo simplificamos mucho, tendría al menos un vértice más.
Por otra parte, los prismas no tienen superficies curvas y eso es lo que hace diferente también al escutoide. En el escutoide las caras laterales pueden ser cóncavas o convexas y, así, los escutoides van encajando y no dejan ningún espacio entre ellos. La ventaja del escutoide es que da a las células epiteliales mayor estabilidad y eficiencia energética, según Escudero.
Al adoptar esta forma, las células gastarán menos energía cuando un tejido tenga que mantener una estructura curva. Los tejidos epiteliales modifican muchísimo su forma durante el desarrollo para dar lugar a órganos muy complicados.
Cambiar de forma como cualquier cosa que se hace en un ser vivo tiene un costo energético. Y adoptar la forma de escutoide hace que ese costo energético sea menor, que el tejido sea más estable energéticamente"..
La eficiencia fue comprobada junto al físico Javier Buceta, de la Universidad de Lehigh, Estados Unidos, y otro de los autores del estudio.
"Después de muchos experimentos teóricos, la conclusión que sale es que realmente mantiene la forma con menor gasto energético. Nuestro artículo es de ciencia básica: junta matemáticas, física y biología celular. Pero lo que ocurre es que ahora mismo la biología celular y la biología del desarrollo son fundamentales para una rama de la biomedicina que es la de la creación de órganos dentro del laboratorio, es decir, órganos sintéticos.
La ingeniería de tejidos está avanzando ahora enormemente y, sabiendo cuál es la estructura de los órganos en la realidad, será más fácil que los órganos que se crean en el laboratorio reproduzcan todas las características de los órganos reales."
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UTOPÍA PRAGMÁTICA.-
Escuche esta expresión “Utopía Pragmática” en un diálogo de una serie de TV o en un cómic que estaba leyendo, no recuerdo bien, y, en el contexto en el que la escuché, me pareció genial, de ahí que la utilizara para nombrar una vía.
La palabra utopía señala hacia la representación de una idea o de una situación en el mundo real de una forma ideal, fantástica, imaginaria e irrealizable, paralela o alternativa al mundo actual, mediante una crítica de éste, pero inviable o de difícil puesta en práctica.
La Utopía es por tanto inalcanzable; pero es a la vez motivadora, y tiene la capacidad de influenciar nuestras acciones en el presente.
Si bien el libro de filosofía más importante por su contenido utópico es La República de Platón, donde esté formula su pensamiento político y sus ideas en torno a cómo debería funcionar una sociedad para alcanzar la perfección, el término utopía, como tal, fue inventado por el escritor y humanista inglés Thomas More, a partir de los vocablos griegos οὐ (ou), que significa ‘no’, y τόπος (tópos), que traduce ‘lugar’. El título de “Utopía” evoca un doble significado: u-topos, o el lugar que no existe, el no lugar; o bien eu-topos, el buen lugar.
Thomas More empleo ese término en un libro que tituló: “De optima republicae, doque nova insula Utopia, libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus”, que se traduce como: “Libro áureo, no menos saludable que festivo, de la mejor de las Repúblicas y de la Nueva Isla de Utopía”, publicado originalmente en 1516.
Thomas More, impresionado por las narraciones extraordinarias de Américo Vespucio sobre la isla de Fernando de Noronha, que fue avistada por los europeos en 1503, consideró que en esa misma isla se podría construir una civilización perfecta.
En ese libro la utopía era una sociedad comunal, racionalmente organizada, donde las casas y los bienes serían propiedad colectiva y no individual, y las personas pasarían su tiempo libre en la lectura y en el arte, pues no serían enviadas a la guerra, excepto en situaciones extremas; por lo tanto, esta sociedad viviría en paz, felicidad, justicia y en plena armonía de intereses.
Debido a su importante carga idealista, la utopía ofrece el suelo para formular y diseñar sistemas de vida en sociedad alternativos, más justos, coherentes y éticos, por ello, se ha hecho extensiva a distintas áreas de la vida humana, y se habla de utopías económicas, políticas, sociales, religiosas, educativas, tecnológicas, ecologistas o ambientalistas...
(La distopía lleva las consecuencias de los planteamientos utópicos disciplinantes, como el de Thomas More, a extremos indeseables. En este sentido, la distopía explora la realidad para anticipar cómo ciertos métodos de conducción de la sociedad podrían derivar en sistemas totalitarios, injustos y espantosos).
El Pragmátismo es un término de origen griego "pragmatikus" y latín "pragmaticu", que significa ser “práctico”, hace referencia a la práctica o la realización de las acciones y no la teoría.
El pragmatismo es una visión de las cosas, o de toma de decisiones, que adopta como criterio la utilidad práctica, identificando lo útil con lo verdadero.
Cuando se habla de pragmatismo político se hace referencia a actuaciones que se fundamentan en prejuicios y no en consecuencias y el único criterio para juzgar la verdad de cualquier acto o decisión es a través de sus efectos prácticos.
Pragmático es una disciplina que estudia el lenguaje en relación al contexto donde se desarrolla la idea, es decir, las oraciones producen una acepción semántica pero su significado e interpretación depende del contenido y del contexto lingüístico ya que una misma oración puede tener varios sentidos en diferentes contextos. En el análisis pragmático se estudian varias variables como la situación, el contexto socio-cultural, las personas, el emisor, entre otros.
Así pues podríamos hablar de una Utopía Pragmática y de una Utopía Distópica.
Una de las carcaterísticas que define a una persona no es solo su capacidad de soñar utopías, sino, y más profundamente, la pasión y constancia que pone en lograrlas.
Si bien todos soñamos utopías, no todos logramos darles forma, y claramente no todos avanzamos hacia ellas con la misma intensidad. Quizás sea porque perseguir una utopía implica claridad en el sueño, poder darle forma o describirlo detalladamente, pero también, porque requiere de mucho trabajo y determinación.
Hay una poderosa oposición a las Utopías, en particular a dos grandiosos enemigos: El Status Quo y la Zona de Confort.
El Status Quo, es como un estanque congelado, inmutable, quiere permanecer, y por ello vende la idea de que las cosas son como deben ser, que no hay nada que cambiar ni mejorar.
La Zona de Confort es cómoda, y no requiere de ningún riesgo ni esfuerzo alguno.
Hay una diferencia sustancial entre un soñador y un emprendedor: El emprendedor se atreve. El emprendedor sabe que los límites de lo que puede lograr no son impuestos desde afuera, sino desde su capacidad de soñar e imaginar nuevas realidades. Su pasión y perseverancia constituyen la derrota del fracaso, e inevitablemente le conducen al cambio y al progreso. Cae y se levanta, y si vuelve a caer se vuelve a levantar. Lo hace porque más que esperanzas sobre el futuro, tiene Fe.
Sea loco, valiente o visionario, el emprendedor es pragmático, no vive en abstracto, tiene la mente en el mundo real, pero mantiene su corazón en el mundo de los sueños. Su corazón está permanentemente conectado con la utopía. Su fortaleza radica en la intensidad de sus sueños y la constancia de sus acciones, por ello lo único que un emprendedor no está dispuesto a cambiar son sus sueños y sus ganas de lograrlos. La Utopía determina claramente el impulso que da a cada una de sus acciones.
La belleza de la Utopía es que todas las posibilidades están abiertas. Es precisamente la idea de nuevas realidades inexistentes, la que conduce hacia un futuro mejor, y en el camino por alcanzarla se posibilita rehacer al menos parte de lo que hemos hecho, recuperar al menos parte de lo que hubiéremos perdido, retomar al menos parte de lo que hayamos abandonado. Las utopías no cambian el pasado pero pueden reconciliarnos con él y crear un nuevo pasado para nuestro futuro, al tiempo que nos crea un nuevo futuro.
En "Historia de las Utopías", de Lewis Mumford.
“Al contrario que la mayoría de los utopistas, en cualquier plan tengo que dejar un lugar para los desafíos, la oposición y el conflicto, para el mal y la corrupción, pues resultan visibles en la historia natural de todas las sociedades; y si pongo el énfasis en las virtudes salutíferas y apunto hacia fines más trascendentales, es porque los momentos negativos de la vida se las apañan bien por sí solos y no necesitan de mayores estímulos. Uno no tiene que planear el caos y la degradación, pues estos se producen cuando el espíritu cesa de estar al mando. Mi utopía es la vida real, aquí o en cualquier parte, llevada hasta los límites de sus posibilidades ideales. Por eso, para mí el pasado es una fuente de utopías tanto como el futuro, y la intensa interacción entre todos esos aspectos de la existencia, incluidos muchos acontecimientos que no pueden ser plenamente formulados o captados, constituye a mis ojos una realidad que sobrepasa todo lo que uno pueda imaginar o representarse mediante el solo ejercicio de la inteligencia pura.
Aquí se constata la función pragmática de los ideales, pues ninguna sociedad será plenamente consciente de su naturaleza intrínseca o de sus perspectivas naturales si ignora el hecho de que existen múltiples alternativas al sendero por el que de hecho se ha encaminado, así como una multitud de fines posibles además de aquellos que resultan inmediatamente visibles”.
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