Bueno cambiamos un poco las cosas, o las recuperamos, ¿quién sabe?,
Cuando inicié este blog estaba convalensciente y era multitemático, como se encarga de enunciar el banner de entrada.
Con el paso del tiempo se centró más en la escalada. Era lo que tocaba, y ya que hacer la entradas consume su tiempo era mejor centrarse en lo que parecía más prioritario.
Durante ese tiempo echaba de menos el resto de actividades y uno de de los leit motiv lo desarrollé como texto de encabezamiento. No lo guardaba pues no era algo generado por mi, aunque fuera una mera descripción de una excursión, sin más; sino que cada texto nuevo sobrescribía al anterior.

Con el paso del tiempo he echado en falta que esos textos, copias directas de los hablado o leído en diversos media, no quedaran guardados y a disposición de quién los buscara.
Así que he decidido almacenarlos como entradas en el blog.
No hace falta avisar, creo, pero lo recalco que son mis gustos, que la emoción que despiertan dependen del momento en que me encuentre y de un visionado muy continuado, a veces, de la materia a la que hacen referencia y que "para gustos colores".

Suerte, bienvenidos al Caos (esa escalera que se sube) y que los disfrutéis.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Bill Millin



Fue el Día D.
A las 7:25 de la mañana del 6 de junio de 1944, a pesar del tiempo inestable, las tropas aliadas, los británicos, desembarcaron en la playa de Sword, 8 kilómetros de arena entre Ouistreham y Saint-Aubin-sur-Mer.
Los objetivos asignados a la Primera Brigada Especial Británica eran la ciudad de Caen y el aeródromo de Carpiquet.
Al final del día, tras vencer la resistencia de las mermadas unidades de tanques Panzer IV, habían arribado 28.845 hombres. Perdieron a 683, muy por debajo de las cifras sufridas por los estadounidenses (3.000 hombres para un total de 43.250 hombres).
En Sword, con luna llena, marea primaveral para evitar los arrecifes costeros, los británicos machacaron las posiciones alemanas en la soledad de una playa borracha de sangre. Entre el repiqueteo de los fusiles, la risa de las granadas y el titilar de los cohetes destacó un hombre, Bill Millin (Piper Bill, Bill el Gaitero)

Nació en Glasgow (Escocia, Reino Unido), en 1922, hijo de un policía y una ama de casa.
Millin, con 21 años, se encontró en la barcaza, rodeado por otros 5.000 barcos y rumbo a Sword, con un oficial escocés, Simon Christopher John Fraser.
Aparte los galones, Fraser era lord, (Lord Lovat) jefe de un importante clan (fue el 25º jefe del clan escoces de los Fraser, y 15º Lord Lovat). Le ordenó a Millin que tocara la gaita.
Los Gaiteros escoceses tradicionalmente habían conducido las tropas a la batalla, sin embargo el número de muertos entre los gaiteros en la 1GM fue tan alto que esta práctica fue prohibida por el alto mando británico en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque el soldado le recordase que los oficiales ingleses lo habían prohibido expresamente para no dar facilidades al enemigo, Fraser insistió y dijo que era un gran honor ser el único gaitero durante el desembarco. Y así fue, nada abrir las rampas de desembarco, como el sonido gutural, ventoso que BIll le sacaba a la gaita comenzó a tocar "Highland Laddie" sobre el cascabeleo del plomo y el grito del oleaje.

"Un día en Mayo de 1944, Lord Lovat me dijo que estaba formando su propia Brigada de Comandos, y le gustaría que yo me uniera a ellos y tocara la gaita. En esos momentos, la Oficina de Guerra había prohibido los gaiteros en combate. Lovat me dijo que no le preocupa la Oficina de Guerra y que yo sería el único gaitero tocando en Normandía. Lo tomé como un honor.
A todos nos gustaba Lord Lovat, era un típico aristócrata que caminaba tranquilamente con la cabeza bien alta, mientras que el resto de nosotros nos arrastrábamos y buceábamos para evitar los obuses."

Bill Millin en 1944

Sin duda fue temerario.
Alertados de su presencia, los francotiradores alemanes localizaron rápidamente al músico. Pero no dispararon. Según recuerda John F. Burns en el New York Times, porque juzgaron que alguien capaz de soplar la gaita en semejante pandemónium debía ser un loco; como tal, no merecía el gasto de munición necesario para callarlo.
Craso error; al igual que la orquesta del Titanic dió coraje a quienes morirían en un lecho de hielo, la gaita del día D recordó a los soldados las razones para luchar; porque arriegaban el cuello y cuál era la pérdida en el caso de abandonar el hogar a merced de la bestia nazi.
Nada como la música para contraatacar el miedo y trepar sobre cadáveres.
No le dispararon directamente pero los restos de metralla de un proyectil le destrozaron la bolsa de la gaita. Suerte que llevaba de repuesto.

Un soldado decribe el sentimiento de oir gaitas en la playa de Sword aquel día:
"... por encima de todo, no voy a olvidar nunca la vista de Millin tocando su gaita. Es difícil describir el impacto que tuvo en nosotros. Nos dio mucha moral y aumentó nuestra determinación...
Además del orgullo que sentimos, nos recordó a casa y por qué estabamos allí luchando por nuestras vidas y las de nuestros seres queridos"

Aquella mañana oscura, con los proyectiles zumbando, sonó “Rode to the Isles”, una canción popular que habla de las carretera de las Highlands que conduce hacia las islas del poniente, patria del mejor whisaky de malata, territorio del viento crudo. “Highland Laddie”, tonada antiquísima que se puede rastrear hasta el “If Thou’It Play me Fair Play” escocés. Los soldados avanzaron sobre un colchón de lluvia musical.

Lovat se volvió hacia Millin:
_ Muy bien, gaitero. Empiece a tocar otra vez y no deje de hacerlo mientras pueda hasta que lleguemos a Bénouville. Allí están los aerotransportados en los puentes, y cuando oigan la gaita, sabrán que estamos a punto de llegar.
Millin se puso a tocar Blue Bonnets Over the Border mientras se aproximaban al objetivo.

"Cuando eres joven haces cosas que no soñarías hacer de viejo. Disfruté tocando la gaita y no me di cuenta de que me estaban disparando", dijo en una entrevista con la BBC en 2006.



Viudo desde hacía años, murió a los 88 el 17 de agosto de 2010 en Torbay (Reino Unido), sobreviviéndole un hijo.

Adaptado de Julio Valderón Blanco, para El Mundo, miércoles 25 de agosto de 2010. Obituarios

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