Querido Dick, llevo cachonda desde los 6 años.
Apuntaba la entrepierna contra mi rinoceronte de peluche en el salón del dúplex, de Cleveland, Ohaio.
Me encantaba restregármelo delante de la niñera, Karen Harris.
Yo decía que rino tenía hambre y que debía darle de comer.
Luego Karen se fue a la universidad y se me quitaron las ganas de seguir.
Entonces descubrí a Jesús.
Yo era la única judía del colegio.
Me enamoré de Jesús porque parecía un yogui buenorro de los 70 con su taparrabos.
Me lo imaginaba bajándose de la cruz y entrando a mi cuarto para saludar con sus lágrimas de sangre.
En el instituto quería follarme a todo el mundo, chicos e incluso chicas. Pero nadie me aceptaba.
Tenía un acné quístico muy serio, llevaba una chaqueta de motorista enorme, vieja y apestosa y fumaba como un carretero.
En la universidad uno quiso.
Por fin. Alguien a quien deseaba me deseaba a mí también y estaba dentro de mis posibilidades.
Después de terminar quise saber qué partes de mí le gustaban.
Dijo los labios, los ojos, el pelo. Mientras enumeraba estas partes me puse a pensar en las que no había mencionado: la nariz, el conejo, las tetas.
Mi amiga Liza y yo queríamos follarnos a una estrella del rock.
Por fin cazamos a una.
Se nos llevó a su habitación del hotel Chelsea. Le dijimos que queríamos follárnoslo como si fuésemos una sola persona: Tu cuerpo, mi mente.
Una representación viviente de la pintura de Louis Bourgeois, La Pareja.
Queríamos representar la división ciborgiana proyectada en las mujeres de nuestra cultura.
10 años después conocí a Sylvese. Fue el primer hombre con el que estuve al que no le molesto que fuese lista.
Igual era porque acababa de publicar un libro y todos creían que se haría famoso, o igual porque era mucho mayor que yo.
Quedábamos una vez a la semana para follar.
Sabía que follaba con otras pero estaba tan obsesionada que me daba lo mismo.
Decía que lo que lo ponía cachondo era verme a mi igual.
Nada le sorprendía.
Cuando terminábamos tomábamos sopa de almejas y hablábamos de filosofía.
Era una de las personas más listas que conocía y me encantaba verme desde su perspectiva.
Un año después me diagnosticaron la enfermedad de Crohn y pensé que hasta ahí habíamos llegado.
Pero no, propuso casarnos para que me cubriera su seguro médico.
Un año después dejamos de follar a lo guarro.
Y cinco años después de eso, dejamos de follar y punto.
Olvidé lo que era la lujuria,... hasta que te conocí.
Me da igual como me veas.
Me da igual que me desees, es mejor que no.
Me basta con desearte yo.
A veces voy por la calle y miro las caras de todas las mujeres que pasan y me pregunto que ven.
Pienso en la historia de su deseo.
Querido Dick, ¿Y si todas empezásemos a escribirte cartas?.
I Love Dick -1x05- A Short History Of Weird Girls
No hay comentarios:
Publicar un comentario