La Ecología Profunda fue inicialmente un término teórico, pero se transformó posteriormente en un movimiento. Arne Naess y George Sessions no plantearon algo realmente nuevo sino que dieron una visión integrada de los términos y las claves que están en la base de la ecología profunda:
- El bienestar y desarrollo de la vida humana y no-humana sobre la tierra son valores en si (sinónimos: valores intrínsecos, valores inherentes). Estos valores son independientes de la utilidad del mundo no-humano para los fines del hombre.
- La riqueza y la diversidad de las formas de vida contribuyen a la realización de esos valores y son, en consecuencia, también valores en sí.
- Los humanos no tienen ningún derecho a reducir esta riqueza y esta diversidad si no es para satisfacer sus necesidades vitales.
- El desarrollo de la vida y de la cultura humanas es compatible con una disminución sustancial de la población humana. El desarrollo de la vida no-humana requiere de tal disminución.
- La intervención humana en el mundo no-humano es actualmente excesiva y la situación se degrada rápidamente.
- Hay que modificar entonces nuestras orientaciones políticas, de manera drástica sobre el plano de las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas. El resultado de la operación será profundamente diferente del estado actual.
- El cambio ideológico consiste principalmente en el hecho de valorar la calidad de vida más que en proponerse sin cesar un nivel de vida más elevado. Se requerirá una toma de conciencia profunda de la diferencia entre grueso y grande.
- El ser humano es un organismo con una relación de total integridad y armonía con el medio; no por sobre o fuera de éste.
- Derecho a la diversidad cultural, a la autorealización y la diversidad de formas, sean organismos, comunidades, ecosistemas, paisajes, etc, o en el ámbito humano: los derechos humanos, formas de vida, culturas, igualdad de los sexos, lucha contra invasión y dominaciones de tipo cultural, económicas y militares, etc
- La igualdad Biocéntrica, todas las cosas naturales, los ecosistemas, la vida, los paisajes, los suelos, montañas, etc., todos tienen un derecho intrínseco a existir. La presencia de valor es independiente a cualquier conciencia, interés o apreciación de un ser consciente. Independiente de su grado de autodeterminación.
La autorealización propuesta por la ecología profunda está relacionada con las grandes tradiciones espirituales de la mayor parte de las religiones del mundo y trasciende la noción occidental moderna que define al ser como un ego aislado cuyo impulso primario estriba en la gratificación hedonista o en una idea muy limitada de salvación individual en esta vida o la siguiente. El crecimiento y el desarrollo espiritual comienza cuando dejamos de concebirnos y de vernos a nosotros mismos como egos aislados que se hallan en oposición y nos abrimos a la identificación con otros seres humanos, comenzando por nuestra propia familia y siguiendo con nuestros amigos hasta terminar abrazando a toda la especie humana. Sin embargo, la ecología profunda va un paso más allá de esta identificación con la humanidad y subraya también la necesidad de llegar a identificarse con el mundo no humano. Debemos, pues, aprender a mirar más allá de las creencias y presupuestos de nuestra sociedad contemporánea, más allá de la sabiduría convencional de nuestra época y lugar, y esto sólo puede lograrse mediante un proceso meditativo de cuestionamiento profundo. Sólo de este modo podremos alcanzar la plena madurez de nuestra personalidad y de nuestra singularidad.
"Yo no puedo salvarme mientras no lo hagan todos los individuos", (entendiendo por individuo no sólo al individuo humano sino -además de toda la humanidad- a las ballenas, los osos pardos, los ecosistemas de los bosques húmedos, las montañas, los ríos y el más diminuto de los microbios).
Igualdad biocéntrica:
Todas las cosas tienen el mismo derecho a vivir, crecer y alcanzar sus propias formas individuales de expresión y autorealización dentro del marco superior de la Autorealización. Esta intuición básica se resume en la idea de que todos los organismos y entidades que pueblan la ecosfera participan de la misma totalidad interrelacionada y que, por consiguiente, tienen el mismo valor intrínseco.
Si dañamos a la naturaleza, en realidad nos estamos dañando a nosotros mismos. Desde este punto de vista, todo está interrelacionado y no existe frontera alguna. Pero, en la medida en que percibimos las cosas en tanto que entidades u organismos individuales, esta intuición nos conduce a respetar a todos los individuos -humanos y no humanos - como parte de la totalidad sin sentir la necesidad de establecer un orden jerárquico entre las distintas especies que se halle coronado por el ser humano.
Las implicaciones prácticas de esta intuición, o de esta norma, nos invitan a vivir causando el menor impacto posible sobre las otras especies y sobre el planeta en general. Entonces veremos otro de los aspectos de este principio fundamental: simple en medios y rico en objetivos.
Los humanos tenemos necesidades vitales que van mucho más allá de la satisfacción de nuestras necesidades básicas -como el alimento y el abrigo, por ejemplo- necesidades entre las que se incluyen también el amor, el juego, la expresión creativa, la relación con un determinado paisaje (o con el conjunto de la naturaleza), la relación íntima con los demás seres humanos y la necesidad vital del desarrollo espiritual para llegar a devenir seres humanos maduros.
La mayor parte de las personas no se sienten partícipes de las ideas propugnadas por la ecología profunda, pero reconocen, sin embargo, nuestra necesidad vital - y, en realidad, la necesidad vital que tiene toda forma de vida- de vivir en un entorno natural de calidad, generando la menor cantidad posible de residuos tóxicos y manteniendo los suficientes bosques como para poder permanecer en contacto con nuestras fuentes, con los ritmos naturales y con el flujo del tiempo y el espacio.
Actualmente la ecología profunda se mide contra la llamada ecología reformista (la lucha contra la contaminación y la disminución o desaparición de recursos, pues se tiene como objetivo central proteger la salud y las condiciones de vida de los habitantes de los países desarrollados. Busca controlar lo peor de la contaminación aérea, acuática y los usos ineficientes de suelos en los países industrializados y salvar algunos pedazos que quedan de naturaleza como "áreas designadas naturales".) que es la que ha logrado mayor incidencia en los debates contemporáneos debido a la altura de muchos de sus simpatizantes; incluso logrando en muchos países estar sus miembros insertos plenamente en el poder político y empresarial. Sin embargo, su núcleo de acción se da preferentemente en el mundo anglosajón.
Se cuestiona fuertemente las grandes decisiones político-económicas, el paradigma dominante, siendo muchos de sus adherentes personas que se perfilan en grupos políticos de propuestas radicales.
Resumen de la diferencia existente entre la visión del mundo predominante en nuestra sociedad y la visión que nos propone la ecología profunda:
Visión del mundo predominante.
Dominio sobre la Naturaleza.
Entorno natural como fuente de provecho.
Crecimiento económico/material en pos del crecimiento de la población.
Creencia de que los recursos son inagotables.
Progreso y soluciones de carácter exclusivamente tecnológico.
Consumismo.
Ecología profunda
Armonía con la Naturaleza.
Toda forma natural tiene valor intrínseco/igualdad biocéntrica.
Necesidades materiales simples (los objetivos materiales se hallan supeditados a la meta superior de la autorealización).
Bienes terrenales finitos.
Tecnología adecuada, ciencia no-dominante.
Hacer con lo suficiente, reciclaje.
Otras referencias:
Deep Ecology
Blog del Proyecto Lemu
Ecología Profunda: Tecnología, Empresa e Indigenismo
La ecología profunda. Luc Ferry
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