lunes, 4 de julio de 2016

V de Vendetta





Buenas tardes, Londres.
Permitid que, primero, me disculpe por esta interrupción. Yo como muchos de vosotros aprecio la comodidad de la rutina diaria.
La seguridad de lo familiar, de la tranquila monotonía.
A mi, me gusta tanto como a vosotros, pero con el espíritu de conmemorar los importante acontecimientos del pasado, normalmente asociados con la muerte de alguien o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla, y que se celebran con una fiesta nacional, he pensado que podríamos celebrar este 5 de noviembre, un día que lamentablemente ya nadie recuerda, tomándonos 5 minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco. Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos; sospecho que en este momento estarán dando órdenes por teléfono y que agentes armados ya viene de camino.
¿Por qué?. Porque mientras pueda utilizarse la fuerza para que el diálogo.
Sin embargo las palabras siempre conservaran su poder. Las palabras hacen posible que algo tome significado, y si se escuchan enuncian la verdad.
Y la verdad es que en este país algo va muy mal, ¿no?.
Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión.
Antes teníais libertad para objetar; para pensar y decir lo que pensabais.
Ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os guardan para que os conforméis.
¿Cómo ha podido ocurrir?, ¿Quién es el culpable?
Bueno, ciertamente unos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas, pero yo, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable solo tenéis que miraros al espejo.
Sé porque lo hicisteis, sé que teníais miedo. ¿Y quién no?. Guerras, terrorismo, enfermedades... había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido comùn.
El temor pudo con vosotros y presos del pánico acudisteis al actual líder.
Os prometió orden, os prometió paz y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra obediente y silenciosa sumisión.
Anoche intenté poner fin a ese silencio.
Anoche destruí al Old Bailey para recordar a este país lo que ha olvidado.
Hace más 400 años un gran ciudadano deseó que el 5 de noviembre quedará grabado en nuestra memoria.
Su esperanza era hacer recordar al mundo que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras, son metas alzandables.
Así que si no abríis los ojos, si seguíis ajenos a los crímenes de este gobierno, entonces sugiero que permitáis que el 5 de noviembre pase sin pena ni gloria.
Pero si véis lo que yo veo, si sentíis lo que yo siento y si perseguíis lo que yo persigo, entonces os pido que os unáis a mí, dentro de una año ante las puertas del Parlamento. Y juntos les haremos vivir un 5 de noviembre que nadie jamás, jamás olvidará.



------------------------------



Conozco cada rincón de esta celda y cada muesca de la pared igual que mi propio cuerpo.
Y no sé donde estoy.
Sé que oscurece y luego vuelve la luz, que pasa el tiempo a medida que me crece el pelo bajo los brazos, donde no me dejan afeitarme.
Pero no sé que día es.
Se que una mujer me escribió una carta en papel de water, que está sola, que me quiere.
Ni siquiera se como es.
Leo la carta, la escondo, me duermo, me despierto, me interrogan, lloro oscurece, vuelve la luz, vuelvo a leer la carta una y otra vez.
Se llama Valerie...


Nací en Nottingham en 1957. Llovía mucho. Fuí a una escuela de señoritas. Quería ser actriz.
Allí conocía mi primera amiga. Se llamaba Sara. Ella tenía 14 años y yo 15. Iba a mi clase.
Tenía unas muñecas preciosas.
Yo miraba un feto de conejo en el aula de biología y el Sr. Hird decía que era una fase que ya superaríamos…
Sara la superó. Yo no. En 1967 deje de fingir y lleve a una chica a casa. Christine.
Poco después me fui a Londres y me matriculé en la Escuela de Arte Dramático.
Lo más importante era mi integridad. ¿Tan egoísta fui?.
La integridad es lo último que nos queda. Es ese último rincón que nos permite ser libres.
Londres.
En Londres era feliz, y yo quería algo más.
Cada vez me daban papeles más largos en el cine.
En 1986 trabajé en “El Llano”. Ganó premios pero no dinero.
En el rodaje conocía Ruth. Nos queríamos.
Vivíamos juntas, me enviaba rosas por San valentín. Éramos felices.
Fueron los tres mejores años de mi vida.
En 1988 estalló la guerra…. y ya nunca volvió a haber rosas…. para nadie.

En 1992, después de la ocupación, empezaron a perseguir a todos los homosexuales. Y cogieron a Ruth.
¿Por qué nos tienen tanto miedo?
Le apagaron cigarrillos en la piel y le hicieron firmar que yo la había seducido.
Pero yo no la culpé por eso.
La quería. No, no la culpé.



Pero ella sí.
Se suicidó en su celda. No podía vivir habiendo renunciado a ese último rincón.

Me cogieron y me dijeron que iban a quemar todas mis películas.
Me raparon, me metían la cabeza en una palangana y explicaban chistes sobre lesbianas.
Me trajeron aquí y me drogaron. No me noto la lengua. No puedo hablar.
Había otra lesbiana, Rita. Murió hace dos semanas. Yo también moriré pronto.
Moriré aquí, pero durante tres años me enviaron rosas y no tuve que pedir perdón.
Aquí perecerán todos los rincones de mi cuerpo…. menos uno.
Solo uno.
Es pequeño y frágil, pero es lo único por lo que vale la pena luchar.
No podemos perderlos, o venderlo, o abandonarlo.
No debemos dejar que nunca nos lo quiten.
No sé quién eres.
No sé si eres hombre o mujer. Nunca te veré. NI te abrazaré, ni lloraré o beberé contigo.
Pero te quiero.
Espero que puedas escapar.
Espero que el mundo cambie para mejor y algún día vuelvan las rosas.
Quiero besarte.

Valerie

Conozco cada rincón de esta celda.
Ella conoce cada rincón de mi… Menos uno.



Vde Vendetta - Valoración Profesional (04) y Valerie (11)

No hay comentarios:

Publicar un comentario