En una de las películas de los Hermanos Marx (grandes entre los grandes), concretamente Un Dia en Las Carreras (1937), en uno de sus gags parodiaban a la clase médica, lavándose las manos de una forma absurdamente repetitiva, para salir indemes de una de sus tropelías. Si no fuera porque esa práctica tenía ya unos 100 años de antigüedad, no cabe duda de que los hermanos Marx habrían contribuido a la salud global pues habrían sido los precursores de esta maniobra
Pero, en realidad, fue sobre 1847 cuando en Dr. Ignacio Felipe Semmelweis intuyó que las manos contaminadas, después de una autopsia, podían transmitir material contaminado a la madre.
“Durante el mes de mayo de 1847 la mortalidad por fiebre puerperal en el pabellón Bartch subió al 27%, es decir, hubo un incremento del 18% respecto al mes anterior...
Semmelweis hizo preparar una solución de cloruro de calcio, mediante la cual el estudiante que hubiese disecado aquel mismo día o la vigilia, debía lavarse minuciosamente las manos antes de efectuar cualquier exploración a una mujer encinta. La mortalidad cayó un 12%”.
En realidad esa historia no tuvo nada de poesía y fue un como un camino de rosas, por las espinas. (En la Wiki, la versión larga; y en este enlace la versión corta).
Dentro del ámbito sanitario, y de la salud pública, el riesgo de adquirir una infección que no estaba presente en el momento de iniciar el contacto con la atención sanitaria ha variado con el paso de los años.
El incremento de la población anciana, la aparición del sida, la creciente incorporación de nuevas técnicas antineoplásicas, el número cada vez mayor de personas sometidas a trasplantes y la aparición de nuevos tratamientos con propiedades inmunosupresoras han contribuido a aumentar la susceptibilidad. Además la versatilidad de tratamientos ha introducido variaciones en la atención al paciente: unidades de corta estancia, hospitales de día, cirugía ambulatoria, atención domiciliaria,... lo que implica una mayor movilidad del paciente y facilita la transmisión de patógenos de un centro a otro y entre centros asistenciales.
Así pues los factores que influyen en el riesgo de adquirir una infección están relacionados con la salud del paciente, los tratamientos a aplicar y los procedimientos a realizar durante la enfermedad.
La salud global, y por extensión la seguridad del paciente, es uno de los temas prioritarios, y no siempre la mejor medida para llegar a dicho fin está asociada a un mayor coste. Hoy en día la higiene de manos, ya sea con agua y jabón o con soluciones alcohólicas, es una de las medidas más eficaces para la prevención de las infecciones. Esta práctica no sólo es útil en el mundo de la sanidad sino que es extensible también en el de las actividades sociales, desde el hogar hasta el ámbito empresarial y de ocio
Imagen promocional de una manera sencilla y básica de lavado de manos para la población general |
La celebración del Día Mundial del Lavado de Manos empezó en 2008. Va dirigido a incrementar la concienciación y comprensión de la importancia del lavado de manos con jabón como un medio efectivo y asequible para prevenir enfermedades Esta respaldado por varias instituciones gubernamentales e internacionales y organizaciones de la sociedad civil, ONG, compañías privadas e individuos de todo el mundo
La transmisión cruzada de microorganismos de una persona a otra a través de las manos es la principal vía de transmisión de infecciones, y la higiene de las manos se considera la mejor medida para su prevención.
Las manos contienen diferentes cantidades de microorganismos que constituyen la flora residente y la flora transitoria.
La flora residente coloniza las partes más profundas de la piel y tiene poco potencial patógeno.
La flora transitoria coloniza las capas más superficiales de la piel, y se adquiere generalmente por el contacto con otra persona (enferma o no -ya que existen no enfermos pero que son portadores-) o superficies contaminadas. Es la que se encuentra involucrada en la mayoría de las infecciones. Estos agentes patógenos pueden persistir en las manos durante intervalos de tiempo variables en función de sus propias características. A su vez las manos pueden servir de transmisión de un lugar a otro, pudiendo contaminar a personas, objetos o superficies.
De forma habitual, determinadas áreas de piel intacta pueden estar colonizadas (áreas perineal e inguinal, axilas, tronco y extremidades superiores) y el número de microorganismos presentes en las mismas puede ser muy variable.
Determinadas enfermedades de base pueden favorecer la colonización de la piel: diabetes, pacientes sometidos a hemodiálisis, dermatitis crónica,...
Además, la capa más superficial de la piel experimenta una descamación constante. Las escamas cutáneas pueden contener microorganismos viables, que favorecen la contaminación del entorno, del personal y del paciente.
La piel no puede esterilizarse, pero aplicando antisépticos, disminuye el número de bacterias que contiene. La higiene de las manos puede realizarse con agua y jabón, soluciones alcohólicas o bien antisépticas.
El procedimiento base es idéntico en todos los individuos, Hay algún cambio según la situación de inicio (los jabones son más recomendables si las manos están sucias y los alcoholes si las manos ya están limpias), la substancia empleada y en situaciones especiales, como el ámbito sanitario, el número y duración de los pasos puede cambiar. Hay muchas variaciones sobre el tema, todas muy correctas, y muchas de ellas accesibles en Internet
Los jabones son productos con propiedades detergentes que contienen ácidos grasos esterificados e hidróxido potásico o sódico. Actúan eliminando lípidos y substancias orgánicas de las manos. El jabón tiene poca actividad antimicrobiana pero puede suprimir la flora adherida transitoria.
Los alcoholes (etanol, isopropanolol o n-propanolol) tiene actividad antimicrobiana derivada de su capacidad para desnaturalizar proteínas. Las concentraciones más efectivas se sitúan entre el 60-80 % de alcohol. Tienen una rápida acción germicida pero no es persistente.;si se añade clorehixidina, amoniocuaternario o triclosán se consigue que tengan una actividad residual más tiempo y que la recolonización de la piel sea más lenta.
Si bien no son eficaces frente a todos los gérmenes ( no con esporas, protozoos y virus lipofílicos) elimina los microorganismos de una forma más efectiva, consume menos tiempo e irrita menos la piel en relación al uso de agua y jabón
Adaptado básicamente de un artículo de la revista Jano (Nº 1776 / Noviembre 20.11. Monográfico de Calidad Asistencial Seguridad e Infecciones Nosocomiales: Lavado de Manos. pg 81) y en menor medida de otros artículos linkados en el entrada.
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