jueves, 2 de abril de 2009

Francis Scott Fitzgerald


Nacido en Saint Paul (Minnesota), dentro de una familia católica, el 24 de septiembre de 1.896, Francis Scott Fitzgerald vivió días dorados como estudiante (malo) de la Universidad de Princeton (1.917). Experiencia que con fuertes tintes autobiográficos reflejaría su primera y deslumbrante novela, en la historia de Amory Blaine, A Este Lado del Paraiso (1.920)
Soy demasiado un moralista en el fondo, y realmente quiero predicar a la gente en alguna fórmula aceptable, de una forma que la entretenga”.

Enrolado en el ejercito para combatir en la I Guerra Mundial -no llego a ir- conoció en 1.918 a Zelda Sayre, una rica muchachita de Alabama que estaba loca como una cabra. Se enamoraron, se comprometieron, riñeron y se casaron en la catedral de Saint Patrick en 1.920, cuando ya Francis había publicado -condición que puso Zelda- su primer libro. Su única hija, Frances Scottie, nació al año siguiente.

En Nueva York empezó su tumultuosa vida en común, hecha de fiestas, extravagancias y numeritos, borracheras y resacas compartidas, broncas espantosas, celos e infedilidades reales e imaginarias, que trasladaron de inmediato a París, primero, y a la Riviera francesa después. Donde había ricos allí estaban ellos, aunque pronto tuvieron carencias de dinero -despilfaraban como locos-, que Francis paliaba escribiendo cuentos a destajo y magistralmente. Se piensa que su temprano éxito fue en parte el culpable de esa situación.

En París, con la amistad de Hemingway, Dos Passos, Stein y otros reunidos para labrar su leyenda, Fitzgerald obtuvo su acta de miembro de la Generación Perdida, saboreó el éxito descomunal de sus siguientes dos novelas: Hermosos y Malditos (1.922) que narra la tormentosa relación entre el escritor y su mujer, marcada por el alcoholismo de él y por los problemas mentales de ella (se está preparando un película sobre esa novela) y El Gran Gatsby (1.925), fraguó su fama de acomplejado y remató los cimientos de su descalabro con Zelda, que ya tuvo que ser ingresada en un sanatorio.

Volvieron a EE.UU y Zelda iba de mal en peor. Pintaba, bailaba, escribía y perdía la chaveta. Publico una novela, Save me the waltz y varios cuentos -algunos escritos al alimón con Francis-
Uno de los líos permanentes que tuvieron consistió en acusarse recíprocamente de robarse ideas para sus relatos y en utilizar en ellos sus episodios íntimos. Esto es verdad, lo hizo mucho Francis, y a Zelda le sentaba como un tiro.
Diarios, cartas, biografías... material para parar un tren y tratar de averiguar si Francis contribuyó al total desvario de Zelda o si hizo lo que pudo por evitarlo y sostenerla. No hay conclusión clara, sólo una: fueron veneno el uno para el otro. Cada uno probablemente hizo lo que pudo: se amaban, se odiaban y se tiraban los trastos a la cabeza.

Zelda, hacia 1.932 inicio un periplo por psiquiátricos que duró hasta su muerte. Francis se marchó a Hollywwod. Tenía el firme deseo de triunfar como guionista. Fracaso y se hundio: “Hollywood consideró a Fitzgerald un borracho”.
En Hollywood recogió las mieles de su cuarta novela, “Suave es la Noche” (1934), siguió escribiendo sus cuentos y trabajo en la inacabada “El Último Magnate”, que su amigo Edmund Wilson apañaría postumamente, como también hizo con las piezas autobiográficas y relatos de The Crack-up (El Derrumbe).

Sheilah Graham fue junto con Louella Parsons y Hedda Hopper, la columnista de chismorreos más famosa e influyente de Hollywood.
Con una infancia miserable, un pasado inglés de corista, un matrimonio roto, un pseudónimo -Lyli- y muchas ganas de escribir bien -publicó dos novelas- fue la novia, la alumna y el sostén de Fitzgerald en sus últimos cuatro años, en los que alcoholizado y cautivo de sus disparates, se precipitaba desde la gloria al olvido, amargado por su fracaso como guionista de Hollywood y devastado por el ezquizofrenia de Zelda, su todavía esposa, que daba tumbos de psiquiátrico en psiquiátrico.

En la noche del 10 de marzo de 1.948 se declaro un incendio en la cocina del Hospital de Highland en el que Zelda estaba internada. El fuego llego a su habitación. La puerta estaba cerrada con llave, había barrotes en las ventanas. Murió calcinada.

En palabras de su amigo y mentor, el crítico y novelista Edmund Wilson, publicadas en su “Obra Selecta”:
“Estaba trabajando con entusiasmo en el manuscrito de “El Último Magnate”. Llevaba un año sin beber. Había tenido dos infartos. Le iba bien con su novia, Sheilah Graham. Vivían en dos apartamentos contiguos en Hollywood.
Sheilah cuenta que un día Fitzgerald estaba leyendo el periódico y comiendo chocolatinas, cuando le dijo que si su último libro triunfaba la llevaría de nuevo al East End y luego emprenderían juntos algún viaje.
Si alguna logra salir de este desorden, te lo compensaré, Sheilah- le prometió.
Después se levanto de la silla de un salto, se agarro con fuerza a la repisa de la chimenea y cayo muerto al suelo.”

Francis Scott Fitzgerald falleció a los 44 años, el 21 de diciembre de 1.940.


En 1975,la hija de Francis y Zelda consiguió enterrarlos juntos en un cementerio católico de Maryland.

Inspirada en Francis se puede leer “El Desencantado” de Budd Schulberg, y sobre Zelda la novela “Alabama Song” de Gilles Leroy.

El Curioso Caso de Benjamín Button es el más atípico de los cuentos del cronista de la era del jazz, del cantor de los amores perdidos y los sueños rotos de los ricos y bellos. La muerte, el amor y el inexorable paso del tiempo.
Aquí os dejo un enlace sobre la película que se ha hecho basándose en dicho relato, y a juicio de bastantes, al parecer, una muy buena película.


De Manuel Hidalgo. El Mundo 20/02/09 Sección Cultura, Galería de Imprescindibles

No hay comentarios:

Publicar un comentario